Bienvenidos al mundo de las inseguras tarjetas de crédito RFID. Por supuesto no son nada nuevo, ya hemos hablado antes de crackeo de tarjetas de crédito RFID, la novedad ahora, que muestran en BoingBoing, es que el lector con el que se hace cuesta tan sólo 8 euros. Y esto nos llega unos días después de que la ruptura del cifrado de numerosas tarjetas RFID (incluida la Oyster Card londinense) recibiera la atención de los medios. Unas semanas después de que otro de los frentes de esta tecnología en la opinión pública, el seguimiento de personas, fuera noticia al anunciarse el seguimiento de estudiantes universitarios mediante RFID en EE.UU.
La RFID no es segura, ni siquiera el uso de chips cifrados la convierte en segura. La tecnología es cada vez más barata (antes era un lector casero de 20 dólares, ahora ya cuesta 8).
El abaratamiento de la tecnología ayuda a su extensión, la negligencia de las autoridades al legislar las excepciones a su uso que nos defiendan de abusos abre muchas vías de inseguridad. Cuando la RFID se esgrime como la alternativa al dinero en efectivo (con todas sus consecuencias negativas), las tecnologías inseguras deben ser sustituidas por otras que sean seguras. Cuando la ciudad es un supermercado, ocultar nuestros chips rfid de ojos indeseados es imprescindible.
Cuando la RFID se usa para todo, poder mantenernos fuera de control debe ser un derecho. En estos momentos, una ley sobre RFID que defienda nuestra privacidad hace falta. Mucha falta. Ahora cualquier aprendiz de lammer que tenga 8 euros y un poco de habilidad puede hacerte un roto. ¿Hasta cuando habrá que esperar?