«La cota de malla no es muy buena defensa contra una flecha. Ciertamente, no lo es cuando la flecha te está apuntando entre los ojos.»
– Terry Pratchett, Lores y damas.
Estos días ha habido mucho revuelo a cuenta de la próxima entrada en vigor de la reforma de la ley de propiedad intelectual, una reforma con varias novedades, la mayor de la cual ha sido cocinada ad hoc para contentar a algunos medios de comunicación imponiendo un impuesto a todo el sector de Internet. El conocido como «Canon AEDE», mal llamado tasa Google.
La falacia, por supuesto, es llamar a ese impuesto «tasa Google». Porque sí, Google en tanto que vaca lechera era un objetivo principal del impuesto a través de su servicio de Google News, pero desde el principio avisó de que llegado el extremo, preferían cerrar su servicio en España antes que pagar, como finalmente va a suceder a partir del día 16. El problema queda para todos los demás, empezando por las cabezas más visibles como Meneame, pero no limitándose a ese sitio web, afectando potencialmente a todos por la decidida ambigüedad del texto aprobado.
La cosa es que ahora mismo no parece claro si alguien va a pagar, y la AEDE anda presionando para impedir que Google cierre su servicio de News como respuesta para evitar el pago del impuesto revolucionario.
Al margen, por supuesto, que Google y los medios AEDE tienen múltiples negocios comunes, y que el cierre de Google News no es tan impactante como parece en tanto que el módulo de resultados en tiempo real permanecerá, redirigiendo tráfico a esos medios. El escenario se parece más a juego de tronos: todos están en la cama con todos, y de fondo hay una lucha por ver quién impone sus condiciones a los demás, con muchos aspectos a tener en cuenta.
Hay algo, sin embargo, en todo esto que no ven los medios que han hecho del amiguismo con el poder su vía de subsistencia. Y es que el problema no está ni en Google, ni en Meneame, ni en los blogs, ni por supuesto en Internet en general: el problema lo tienen dentro, porque son ellos los que están dirigidos por necios amantes de los acuerdos a puerta cerrada (un brindis por los medios como equilibrio frente al poder) y es esa condición la que impide a estas empresas adaptarse para ofrecer mucha de esa información que las personas demandan diariamente y encuentran por otras vías y canales.
No han entendido que una reforma legal que blinda tu modelo de negocio penalizando artificialmente a los demás es una cota de malla, y que la flecha que tanto temen, que no es otra que el hecho de que los lectores satisfagan sus deseos de información acudiendo a otros canales, está apuntando a esas cabezas en las que ya no sabemos cuánto cerebro útil tienen, pero desde luego no puede ser protegido ni por todas las cotas de malla que el Estado sea capaz de forzar.
Ah, y por supuesto, siempre vigente aunque le pasen los años: Por qué dejar de leer el periódico es una necesidad inminente.