El final de la Pax Americana

Justicia

Si vamos a hablar del final de la Pax Americana, conviene entender a qué nos referimos. Para ello vamos a mirar esta gráfica, extraída de Our World in Data (vía Noah Smith, de quien tomo parcialmente prestado el título para esta nota), en la que se muestran los fallecidos en guerras interestatales desde el final de la segunda guerra mundial. ¿Ven las bajísimas cotas de fallecidos desde finales de los 1980s hasta ahora? Eso es la Pax Americana.

Todo imperio en su apogeo, en tanto que aparece incontestable, desincentiva las guerras entre estados. La historia se repite y eso ha pasado con todos los imperios cuando han tenido posiciones mucho más fuertes que las de sus rivales. No es algo que haya sucedido únicamente durante esta época de dominio estadounidense, pero sí que este periodo de relativa paz global ha sido especialmente reseñable. Al punto de que se ha generado una suerte de optimismo pacifista como pocas veces se ha visto en la historia de la humanidad. Este optimismo es especialmente acusado en Europa y tiene que ver, como aprendimos con Timothy Snyder cuando estudiamos la historia de Ucrania, con el relato que los europeos se cuentan a sí mismos desde que un país tras otro fueron perdiendo sus diferentes guerras imperiales. Cito aquí un párrafo de una nota anterior de este mismo blog, así por dar contexto:

Los alemanes perdieron la segunda guerra mundial, los holandeses en Indonesia, Francia en Argelia, España y Portugal son incapaces de mantener sus colonias en África. Así que de repente la idea de que la guerra es una cosa del pasado, una barbaridad, que los europeos son más civilizados que los americanos que siguen en sus guerras se debe, así cortamente, a que una vez comenzaron a perder todas las guerras imperiales pues dejó de parecerles buena idea eso de la guerra.

Volviendo a las consecuencias de la égida del imperio americano, Noah Smith en su artículo (ya enlazado arriba) explica algunas de las ideas por las que el dominio americano de la política occidental contribuyó a la pacificación del mundo: al ser una potencia comercial le interesaba especialmente la resolución rápida de conflictos; también comenta algunos de sus más importantes errores, como la guerra de Irak comenzada en 2003, donde comportándose como el aspirante y no como el dominador de la escena internacional los Estados Unidos iniciaron una guerra cuyas consecuencias resultan hoy del todo relevantes para entender la situación actual.

En todo caso, resume Smith, la existencia de un poder abrumadoramente superior actúa como disuasión en los conflictos entre estados. Es aquí donde la creciente belicosidad de estos últimos años se puede poner en el contexto de la reemergencia de un mundo donde los Estados Unidos no son el único imperio poder global.

Sin embargo, se deja en el tintero el que, en mi humilde opinión, es el principal factor a tener en cuenta. Ha sido el estadounidense un imperio que desde el final de la segunda guerra mundial ha puesto especial enfásis en impedir la modificación de fronteras mediante la guerra. Restitución económica, sanciones, y mil otras claúsulas: pero las fronteras se han movido poquísimo en todas estas décadas, en parte porque Estados Unidos ha hecho un hábito de forzar al ganador a no tomar territorio del derrotado. Esta circunstancia es un gran disuasor en sí mismo: al fin y al cabo, las guerras entre estados suelen hacerse para conquistar territorio y los recursos que ahí se encuentran y al eliminar el imperio dominante ese incentivo, la dinámica general de hagamos la guerra para conquistar ese territorio deja de ser útil.

Y ahora ya estamos llegando a algo: en el giro hacia la política interna de los Estados Unidos tras la desvergonzada y equivocada guerra de Irak, que desembocó en el mandato de Trump con mensajes en clave puramente interna y defendiendo una menor intromisión en asuntos globales, y en la emergencia de China como contrapoder al imperio estadounidense hay signos de lo que puede venir tras el final de esta égida estadounidense. Con otros países que, a diferencia de los derrotados imperios europeos, no han renunciado a su política imperial de apropiarse de territorios ajenos (Rusia, China) es posible que el futuro global con varios imperios disputándose la hegemonía y en el que los nuevos imperios tengan otra política respecto de la anexión de territorios anime otra gestión de los conflictos internacionales, más belicosa. Los imperios dominantes, además, rara vez se diluyen pacíficamente, como bien explica Ray Dalio cuando discute los signos de agotamiento de un orden mundial, que no deja de ser un sinónimo para imperio.

Como cualquiera de ustedes que leen estas líneas, observo el desarrollo de este año 2023 con pesadumbre. A la invasión de Ucrania por paret de Rusia se han sumado en las últimas semanas la invasión Armenia por parte de Azerbaiyán y, ahora, el ataque terrorista masivo de Hamás en Israel y la posterior respuesta israelí, que se espera devastadora, no hacen sino poner sobre la mesa un presente y un futuro muchísimo más belicosos, con potencial de crecer a conflictos donde los principales imperios hegemónicos y emergentes guerreen directamente, algo no visto en décadas. Pesadumbre, como digo.

Es ahí donde, pese a no mencionar Smith la obsesión americana por el mantenimiento de fronteras, vuelvo a estar de acuerdo con él: sea lo que sea lo que salga tras este periodo de paz bajo el imperio estadounidense, nos va a gustar menos; y gustará menos incluso a quienes llevan años abogando por otros imperialismos y cuestionando el modo en que Estados Unidos ejerce su rol de potencia mundial. Detrás vendrá quien bueno te hará, versión imperio.

[Imagen: Justicia, hecha con DALL-E 3 en Bing, por servidor de ustedes.]

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.
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