Reunirse con un puñado de bloggers a hablar, redundante pero justificadamente, sobre blogs con una cerveza en la mano era una de las grandes cosas que ofrecía la emergente blogosfera de hace ya muchos años. Yo viví aquella época en Málaga, donde los beers and blogs se convirtieron en (buena) costumbre, de la mano de los Bloguerones. Llegado un momento, sin embargo, los B&B cayeron de intensidad, y no porque los blogs murieran; todo lo contrario: murieron de éxito, nos reuniamos demasiados y las quedadas dejaron de ser humanamente manejables.
Y es que, a partir de un cierto número de personas, tenías la sensación de no haber saludado a casi nadie y la solución lógica era quedar no con todos, sino con algunos de esos bloggers. Y punto. Todos hacían lo mismo y sin problemas. De ahí se precipitaba un nuevo status quo: quedabas naturalmente con algunas personas a las que conociste en los primigenios B&B, pero ya no los llamabas B&B, sino ir de tapas (o de cañas, o de concierto).
Llevo un par de meses sumándome a la quedada mensual de drupaleros en Madrid. No es secreto que soy un amante de Drupal y que parte de lo que hacemos habitualmente en Cartograf tiene que ver con este maravilloso framework, así que las conversaciones que ahí tienen lugar me devuelven algo interesante que no había encontrado desde aquellos primeros Beers & Blogs: la frescura de charlar con personas con quienes compartes una cierta afición, en este caso el obvio, en grupos reducidos y sin mayor aspiración (en ese corto plazo, que también se esbozan PDMs por si la cosa se prolonga) que la de echar un buen rato y tomar una caña.