Para empezar, una mentira: dedícate a lo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día más en tu vida. Seguro que esa mentira la has leído antes. Si te has sentido insultado, tengo una buena noticia: no estás solo, yo te acompaño. Quien dice eso solo pretende bajarte la guardia para, a continuación, sacarte las perras con algún crecepelo laboral.
Pero. Siempre hay un pero. Cada vez más los salarios mejor remunerados están relacionados con el conocimiento (hay excepciones, pero pocas) y para ser realmente bueno en un ámbito del conocimiento, el mismo tiene que gustarte. Hacen falta muchas horas para dominar el conocimiento sobre un tema, y muchísimas más para seguir estando al día. Si no te gusta, si te arrimas solo por la pasta, la pasta te va a esquivar como Neo danzaba entre las balas. Estoy apuntando a la cinta transportadora de las bootcamps por la que muchos viajan al mundo tech como los buscadores de oro remontaban el Mississippi corriente arriba.
No me opongo a la búsqueda de una vida mejor. Todos tenemos derecho a descubrir una vocación tardía. Pero si te quieres hacer programador porque tu grado en periodismo, o en historia, o en psicología no te permiten alcanzar el salario que ves en personas de tu entorno, entonces ese salario te va a esquivar. No es obvio entender cómo funcionan algunas cosas que ni lo hacen de forma directa ni funcionan tampoco en su primera derivada. Te lo digo yo porque estas cosas no te las va a decir quien te vende el curso o la certificación.
En el mundo del conocimiento, dedicarte a lo que te gusta es lograr que las horas que echarás por gusto leyendo o estudiando fuera de tu horario laboral te renten no sólo en la satisfacción intelectual de esos ratos sino también de lunes a viernes y de nueve a cinco. Es una ventaja competitiva salvaje. Pero no vas a lograrla durmiendo ni te la puedes bajar en dos semanas como el que baja un DLC para un videojuego.
Que sí, que dedicarte a cosas que te gustan está bien, pero no porque vayas a ir a trabajar canturreando como los enanitos de Blancanieves bajaban a picar piedra. El más divertido de los trabajos sigue siendo algo que te pagan por hacer, y eso es así porque si no lo hiciesen tú harías otra cosa. Trabajar vas a trabajar hasta el fin de tus días, muchos días preferirás estar un rato más en la cama. Las milongas no caben en estos temas. Asúmelo.
En A brief history of everyone who ever lived, libro que ya comentamos en estas páginas, cuenta Adam Rutherford una historia de que cuando se apuntaba a la secuenciación del genoma humano, en una conferencia que había reunido a las mentes más brillantes que trabajaban en el tema, una noche entre copazos y risas ese grupo de personas hizo una apuesta para ver quién se acercaba más al número de genes totales que se encontraría en el ADN humano. El concurso corrió entre 2000 y 2003, y se le conoce como el Gene Sweepstake. Científicos, gente seria, amante de sus temas, y con capacidad para divertirse y retarse con ello. Un cierto momento de ética hacker ahí.
Lo cual nos lleva a la aparentemente ecléctica recomendación vital de Nassim Nicholas Taleb sobre ir a fiestas: ve a fiestas, en ellas se esconde la serendipia. Se puede trabajar duro y apostar 1€ entre coñas a ver quién acierta el número de genes como el que acierta El precio justo. Es compatible. Work hard, party hard.
Como tema aparte, además de por lo que diga Taleb, que es un tipo mucho más listo que yo, también les digo que un día, dentro de muchos años, se arrepentirán de no haber salido (casi) a gatas de ese bar al que sus amigos le ofrecieron ir. Personas y momentos, la vida no es otra cosa. Recuerdo con añoranza las noches de aquel período que pasé en Ciudad Real durante mi doctorado. ¿Ciudad Real, Jose, really? Sí. Estarás pensando que vaya peñazo de sitio feo. Y creerás tener razón. Pero ya te aviso que no: recuerdo aquel tiempo siempre con alegría como una suerte de cónclave continuo donde podíamos estar estudiando física, agotando las cervezas, o preparando cócteles, y hablando sobre láseres, difracción, o ionización multifotónica. Fue apasionante precisamente por eso: porque era un pack indivisible como los zumos del Mercadona. No aprovechabas igual las sesiones con los mejores expertos en láser de España enseñándote durante el día si no eras capaz de estar también dándolo todo hablando de láseres por pura diversión durante las noches. Puro plot twist nerd. Cobrábamos todos una porquería, no éramos ni mileuristas. Lo volvería a hacer.
Así que sí. Diviértete con tus cosas. Pero no las hagas pensando en el dinero. No en primer término, al menos. Hazlas porque te compense hacerlas per se. Puede que así, además, alguien te pague y te pague bien por hacerlas. Con tiempo y una caña, que dice mi padre; tiempo, una caña y no parar de estudiar nunca, que me gusta decir a mí. La suerte sonríe a las mentes preparadas. Disfruta del camino.
[Imagen: Imagen mental perturbadora, hecha con Midjourney.]