Hoy plantamos un olivo en el jardín de Montevideo.
Olivo de Indias.
Si lo miras de cerca casi se le ven los píxeles.
Dicen, quizá exagerando, que el que planta uno de éstos no se come sus aceitunas. Yo, no obstante, ya estoy viendo el día en que sigamos diciendo sí a la vida y nos desayunemos aceite sacado de aquí mismo, con Juan y con nuestros queridos consejeros.