Publican en Quartz un artículo sobre Facebook que enlazan, creo que de manera más que interesante, con Hannah Arendt y la banalidad del mal., en una visión que creo muy acertada: la de que Arendt nos ofrece el mejor análisis intelectual sobre Facebook y sobre todo lo que está mal en torno a Facebook.
The answer lies in Eichmann’s belief in a grand, historical project to establish a racially pure “utopia.” This project transcended human lives, rendering them secondary.
…
That logic can distort the social norms that we take for granted, even inverting something as fundamental as “murder is wrong” into “murder of those who stand in the way of the project is right.”
Al fin y al cabo, ¿qué son un puñado de vidas (sic) frente a la posibilidad de alcanzar la utopía?
Al mismo tiempo, Facebook vive desde hace varios años en una tormenta reputacional constante que aparentemente no daña ni a sus cifras de usuarios ni a sus beneficios. La compañía dice estar trabajando en cambiar las cosas, pero no parecen estar siendo capaces más que de cambiar aspectos cosméticos, como su motto principal. Ese eslogan fue actualizado desde Make the world open and connected a bring the world closer together. Continúan en Qz al hilo de este cambio de eslogan:
That is not nearly enough. The new mission still fails to do what Arendt says it must. It still puts Facebook, the platform, above the humans who use it. Bringing the world closer together can mean facilitating bake sales and Bible readings; it can also mean uniting the KKK and skinheads. The mission statement has nothing to say about the differences between the two.
Les recomiendo leerlo completo.
Muy interesante. ¿Estará relacionada la banalidad del mal con la crueldad en internet y la incapacidad de la gente de entender que detras de cada comentario hay, de hecho, un ser humano? Creo que casi todos padecemos un poco lo mismo que facebook, aunque en ellos sea mas visible.
Desde luego, hay una serie de mensajes de odio que demuestran una absoluta falta de empatía como la que posibilita ese hacer el mal sin siquiera ser consciente de lo que se está haciendo.