Recordamos con frecuencia la expulsión de los jesuítas acontecida en España y en otros países europeos. Sin embargo, las instituciones educativas jesuitas no solo siguen presentes en España, sino que son algunas de las más reputadas del país.
Así que regresar, está claro que regresaron. Pero de esto hablamos muchísimo menos. Hoy vamos a hablar de cómo a finales del s. XIX la burguesía malagueña facilitó la llegada de los jesuítas a Málaga y la creación de un colegio tan destacado que incluso las élites madrileñas enviaban a sus niños a estudiar aquí, como fue el caso de Ortega y Gasset.
La expulsión de los jesuitas
En 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas. No fue el único, otras monarquías europeas hicieron lo mismo. Si bien se recuerdan siempre las desamortizaciones de los bienes inmuebles expropiados a las órdenes religiosas, lo cierto es que las instituciones educativas también quedaban atrás, en manos de la monarquía.
La llegada a Málaga de mano del marqués de Iznate
Aunque los jesuítas regresaron a España a principios del siglo XIX (una vez fueron restituidos por el papa Pío VII en 1814), no fue hasta varias décadas después que llegaron a Málaga.
Esto sucedió cuando varios miembros de la burguesía malagueña, liderados por Antonio Campos, entonces marqués de Iznate, ofrecieron a la compañía de Jesús que abriese un colegio en Málaga. Estamos en plena Restauración, uno de cuyos principales líderes fue Cánovas del Castillo, también orihundo de la ciudad de Málaga, y ésta se mueve con la energía de ser el motor industrial de Andalucía.
Se plantea la construcción del edificio que albergará la escuela, que recibirá el nombre de San Estanislao de Kostka, para lo cual se contrata al arquitecto madrileño Gerónimo Cuervo, que viviría en Málaga hasta el final de sus días y es responsable también de la construcción del teatro Cervantes de la ciudad.
La vida estudiantil de Ortega y Gasset en Málaga
La nueva institución gana inmediatamente relevancia y tal es así que incluso algunas familias adineradas de Madrid deciden enviar a sus hijos a estudiar a él, como fue el caso de Ortega y Gasset, que entre 1891 y 1897 (de los 8 a los 14 años) estudió en Málaga, primero en Gaona (histórico centro educativo de la capital, actualmente denominado Vicente Espinel) y posteriormente en SEK. Como se pueden imaginar, a continuación Ortega cursó sus estudios universitarios en Deusto, universidad también vinculada a la Compañía de Jesús, pero eso ya es otra historia.
¿Por qué eso no pasa ahora?
No podemos saber si en esas mismas aulas malagueñas están ahora algunas de las personalidades más importantes de las próximas décadas, pero la verdad es que no parece que ninguna de las personalidades políticas o intelectuales actuales hayan pasado por ellas en las justo anteriores.
Un siglo y pico después del empuje de aquella burguesía malagueña, la ciudad también es el motor industrial de Andalucía, aunque la industria se haya transformado y ya no tengamos chimeneas ni hornos y sí mucho software y telecomunicaciones, pero ¿se traduce eso en ser un polo atractor de talento hacia sus instituciones educativas?
Tampoco sé si es extremadamente relevante, pero parece importante como forma de generar eso que los guiris llaman soft love hacia la ciudad. Si pones la ciudad en el corazón de las jóvenes élites, ¿acaso no querrán montar sus proyectos y empresas aquí, a igualdad de viabilidad con otra ubicación? ¿No sería eso positivo para la ciudad?
En el contexto de un mercado laboral paneuropeo como el de la actual UE, es clave tener instituciones educativas que hagan posible eso para asegurar el vigor económico de la ciudad en el largo plazo.