Mucho tiempo ha estado Culture and Equality de Brian Barry (Amazon) en la pila de libros por leer. Llevo unos días avanzando con él y la verdad es que lo primero que sorprende es que este libro esta publicado en 2001. ¡Barry ya estaba diagnosticando problemas que ahora son evidentes con claridad y rigor de académicos hace más de dos décadas! Parecida sensación me dejó Les Particules Élémentaires de Houellebecq (en español aquí), que este verano pasado anduve leyendo para refrescar mi oxidado francés, y que fue publicado justo antes del final del milenio pasado, a finales de los 1990s. En retrospectiva, estos chicos iban años por delante anticipando la ruta del pensamiento actualmente hegemónico en occidente; pero de este otro libro de Houellebecq ya hablaremos otro día.
Barry dedica el primer tramo de su libro al abandono de los ideales universalistas de la ilustración. No existe, no existió nunca, tal cosa como un proyecto ilustrado: no había una visión unificada de lo que debía ser, pero sí una cierta línea común en torno a la idea de que lo que es bueno (libertad, igualdad, fraternidad) es bueno en todas partes. Incluso el marxismo cumplía con esta condición. Al fin y al cabo, Marx compartía con los liberales victorianos la convicción de que existe una noción de válida y universal de progreso: Marx pensaba que la clave para la emancipación y la liberación de la explotación de los hombres era la misma en todas partes.
Es precisamente, el declive del marxismo el que abre la veda al resquebrajamiento del universalismo como ideal de consenso, aún cuando la izquierda y la derecha políticas lo viesen de forma diferente:
El marxismo, en tanto retuvo su fortaleza intelectual, proveyó una rigidez de universalismo a la causa progresista: la mejor respuesta a la visión de emancipación universalista marxista era una alternativa también liberal [la victoriana]. Con el colapso del marxismo como punto de referencia, sin embargo, no había nada que impidiese que la pérdida de nervio entre los progresistas terminase en derrota aplastante. Con algunas distinguidas excepciones, fueron los exmarxistas quienes guiaron ese camino abrazando diversas formas de relativismo y postmodernismo en lugar de una versión no marxista del igualitarismo universalista.
¿De dónde toman las ideas los postmarxistas? De la definición romántica originada en Alemania sobre la cultura de los pueblos, el concepto de cultura no como aquello que cultiva el intelecto sino como el conjunto de hábitos y costumbres de un pueblo. Menuda fuente para ir a beber:
La nueva izquierda tomó del romanticismo germano la idea de que cada grupo étnico puede florecer únicamente manteniendo la integridad de sus cultura única distintiva. En los 1970s y 1980s, la nueva derecha reformuló los temas históricos de diferencia racial y jerarquía mediante un dicurso cultural. La noción de que los grupos deberían retener su pureza racial fue, entonces, recodificada en la afirmación de que cada grupo debe mantener su integridad cultural.
O lo que es lo mismo, ni más ni menos que de los mitos de origen germanos del siglo XIX que tan bien describe Juaristi en El bosque originario y que sirvieron para alimentar nacionalismos excluyentes por toda Europa desde su misma concepción, desde Alemania a País Vasco.
En conjunto, y dando por bueno que esos grupos quieran de verdad defender los intereses de los más desfavorecidos, puede que les estén haciendo un flaquísimo favor:
La proliferación de intereses especiales promovida por el multiculturalismo es, además, conducente a una política de divide y vencerás que únicamente puede beneficiar a quienes se benefician más del status quo. No hay mejor manera que evitar la pesadilla de una acción política unificada por parte de los más desfavorecidos económicamente en torno a demandas comunes que poner a unos grupos desfavorecidos a pelear contra otros. Desviando la atención desde los problemas compartidos del desempleo, la pobreza, los problemas de la vivienda, y servicios públicos inadecuados es un objetivo obvio a largo plazo de quiene se oponen a la igualdad.
Este libro aún no lo he terminado, pero lo que llevo leído me está encantando. Ya iré colgando más pasajes cuando organice más ideas.
[Imagen: Universalismo victoriano, hecha con Leonardo AI.]