Directores de comunicación y marketing del mundo mundial, oidme: me doy de baja de todas y cada una de las newsletters corporativas que recibo firmada por una persona con nombre y apellidos.
Sin excepción, me doy de baja incluso de aquellas que quería seguir recibiendo. Pocas cosas hay en mi bandeja de entrada que me cabreen tanto como ver un mensaje firmado por un ser humano y que al abrirlo me dé en la cara la típica cabecera de MailChimp acompañada del logo de la empresa de turno.
Esa modita de enviar boletines electrónicos corporativos firmados con nombre y apellidos que al menos para mí llegó con Twitter hace ya muchos años se ha extendido en los dos últimos años hasta el ridículo, y no me parece honesto. (Nota: espero que el lector de este blog sea consciente de que no, Biz Stone no sabe quien eres y jamás te ha escrito un e-mail personalmente a ti; y sé que algunos lectores de este blog sí conocen personalmente a Biz, no va por ustedes, pero ya entienden lo que quiero decir.)
Me crispa la falta de honestidad. Y me crispa igual cuando la falta de honestidad la percibo en una empresa, faltaría más: ¡alguien que espera que pague sus servicios/productos con mi dinero y comienza el día intentando tomarme el pelo! Esas dos cosas a la vez no pueden ser, escoge tu propia aventura.