Parece que hace tan sólo unos días la obra de Sir Arthur Conan Doyle entró definitivamente en el dominio público en Estados Unidos por resolución judicial. La obra del autor, fallecido en 1930, hace ya varios años que estaba entró al dominio público en otras partes del mundo, pero quedaba esa isla de restricción estadounidense.
La más recordada de sus creaciones es sin duda alguna el archiconocido detective Sherlock Holmes y el paso a dominio público de este personaje abre la puerta a la aparición de un montón de sucedáneos con el famoso detective como protagonista, escritos, filmados, dibujados, o programados por cualquiera.
Los defensores de un copyright firme dirán que esto es una catástrofe, que ahora un espontáneo sin experiencia puede hacer su propia deformación del personaje. Entonces, llegamos a la conclusión de que nada de lo que recuerdas de Sherlock Holmes proviene de los relatos originales que escribió el bueno de Doyle:
«Si tenemos en cuenta que, como bien es sabido, nunca se pronunció aquello de «Elemental, querido Watson» o que ni siquiera la pipa de Holmes o el sombrero aparecen caracterizados en las novelas tal y como recordamos (todo esto es influjo directo de las adaptaciones cinematográficas y en especial de la del gran Billy Wilder) podemos hacernos una idea de las perspectivas que se abren ahora que no hay que pagar derechos para usar a los personajes.»
Y no queda más alternativa que alegrarse de que por una vez la justicia se decante por el dominio público.
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