El gobierno mauritano ve las orejas al lobo y frente a la posibilidad de formación de un pasillo islamista que divida el continente en dos, se propone ahora combatir a los wahhabistas haciendo proselitismo de una visión del Islam más moderada que, apoyada desde el Estado, frene el avance de las visiones islámistas que comienzan a hacerse fuerte en el país al amparo, sobre todo, de la financiación saudita (Al-qaida del Magreb islámico). De este modo, el Estado mauritano está reclutando centenares de imames: combatir el ruido del vecino subiendo el volumen de los altavoces propios, no parece una gran opción a largo plazo.