Si hay algo que me ha llamado la atención en el dichoso asunto del Alakrana es que a pesar de lo incongruente del discurso nacionalista del Estado y sus propios actos, apenas nadie lo cuestione (siempre hay excepciones).
El mismo Estado que se niega rotundamente a dar entidad a las reclamaciones independentistas formuladas desde nacionalismos alternativos al español de repente no tiene reparos en reconocer la inapelable autoridad de los «clanes», tal los ha calificado Elena Espinosa (ministra de medio ambiente, medio rural y marino) esta mañana, somalíes que están tras la piratería.
No puedo evitar sorprenderme al ver cómo el Estado ataca a morder a toda posibilidad de Estado alternativo (piensen en País Vasco) pero no se lo piensa a la hora de reconocer la autoridad de esos nuevos actores no estatales, por más que los contemplen como a sus enemigos. Al final es negociar con «el malo», como Chihiro negoció con la bruja para que le devolviera a sus padres. Y en la negociación misma está la lección: el mero sentarse a la mesa incluye el reconocimiento de la potencia del rival, pese a no estar sustentados por Estado alguno, pese a no estar para nada de acuerdo con él.
Y me parece interesante ver cómo el Estado no tolera que le pisen su jardín con aspiraciones-de-estado-paralelo, pero no se lo piensa para admitir a la mesa al que no quiere pisarle el jardín sino que apunta a arrasarle la casa y todo lo que contiene. Incongruente y, no obstante, absolutamente pasado por alto por la crítica política.
Seguro que pueden hacerse análisis más profundos en torno a esto. Yo con señalar esto me conformo por ahora.
Sin duda se hablará de esto (y, evidentemente, de la versión socialmente aceptable de este fenómeno post-estatal) la semana que viene, cuando se presente Filés, el nuevo ensayo de David de Ugarte, en Madrid. Aunque de estar en Madrid acudiría seguro al acto, que recomiendo a los que el próximo 26 vayan a estar por aquella ciudad.
En el asunto del secuestro de este barco, creo que se ha repetido, como es habitual, el modelo informativo de la Prensa mayoritaria: informaciones permanentes y exhaustivas del hecho en sí aislado del contexto, aliñadas de sentimientos pero ninguna información referente al contexto: ¿Por qué Somalia es un Estado fallido? ¿Por qué estos nativos se dedican a la pirateria? ¿Por qué los pescadores españoles pescan en una zona de alto riesgo? ¿Qué pinta una flota de guerra mundial allí? Etc.
En este vínculo hay un artículo que pone el dedo en la llaga: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=94953&titular=qui%C3%A9nes-son-los-piratas-
Yo no veo contradicción alguna. Al final todo es política, aquí la teoría del Estado no tiene nada que ver y la relación con los nacionalismos periféricos es inexistente.
No conozco el contenido de esos discursos, pero viniendo de quien vienen es presumible que sean más excusas que discursos, y que usen toda esa retórica para justificar una acción, que por otro lado era obvia, y que va encaminada a no destruir su base de poder en las siguientes elecciones. Realmente no había elección alguna para el gobierno español.
La diferencia fundamental entre esos piratas y los terroristas vascos es que no está la integridad del Estado español en juego y que el estado matriz de esos piratas, que sería somalia, ni es Estado ni es nada.
Por otro lado, los ataques al nacionalismos, que más que ataques son defensas, simplemente se basan en la infundamentación de esos nacionalismos (y en el apoyo europeo a la integridad estatal por parte de otros países con territorios díscolos como Reino Unido o Italia). Lo que habría que ver es los fundamentos que puede tener cualquier otro nacionalismo no federal.
Este post me ha parecido una forma muy rebuscada de mezclar temas que nada tienen que ver, porque como tú has dicho se negocia con esa gente que son actores no estatales, y las negociaciones nada tienen que ver con la autodeterminación ni con la pérdida de territorios nacionales.
Y autoridad al final tiene el que puede exigirte algo. Mientras el terrorismo vasco y el nacionalismo periférico en general constituya una ayuda tan fuerte al nacionalismo estatal y los partidos mayoritarios no van a tener nada con lo que amenazarles, porque tanto si continúan su actividad (pretendidamente coactiva)o la cesan, el gobierno es el que sale beneficiado. Cuando en el caso somalí no es así, si el gobierno hubiese sido más coherente con el nacionalismo y no hubiese negociado y hubiese arramblado con los piratas, se le habrían echado encima pacifistas y la oposición, y lo habrían hundido electoralmente.
Los americanos calmaron la situación en Irak cuando armaron y negociaron con los jefes tribales. En estas condiciones, creer en el estado cómo único órden legítimo es como desear que el cielo fuera verde.
A partir de lo que tú y Pere plantean se me ocurre ¿sería una posibilidad sentarse a negociar con los clanes para evitar nuevos secuestros? Supongo que se dedicarán a al pitaría por ser una importante fuente de ingresos. No creo que simplemente con ofrecerles puestos a bordo de los atuneros les compensase (se ganará mucho más mediante la piratería, aunque los riesgos sean mayores).
Otra cosa es el problema diplomático que podría traer una medida como esa. Sobre todo si, en teoría, se está apoyando la construcción de un estado somalí.
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insensateces e incongruencias, muchas veces dramáticas, que vemos en las políticas estatales en estos días son expresión de su resistencia a aceptar esta última faceta, pero también de la relativa debilidad de la