El Parlamento Europeo ha aprobado este miércoles una resolución en la que reclama al Ejecutivo comunitario que revise urgentemente el reglamento antiterrorista que impide a los pasajeros subir a los aviones líquidos, perfumes y geles, a no ser que éstos vayan en minúsculos frasquitos que quepan en una bolsa de plástico de un litro.
Parece que el europarlamento piensa que las molestias que provoca la medida no se corresponden con la mejora de seguridad. Por todos los dioses, aquí llevamos diciéndolo desde el primer día. Teatro de seguridad y presión comercial: pase por caja.
Tiene gracia que sea el parlamento, única institución democrática en la UE, el que de nuevo, como en el caso de las patentes de software se ponga de parte de los ciudadanos y utilice la cordura. Es todo un símbolo de esta Europa que reinventa la farsa despótica de la peor ilustración, aquel «todo para el pueblo pero sin el pueblo».
Pero demomento seamos optimistas, con algo de suerte dejará de subirme la mala sangre cada vez que me toque volar (que es algo que sucede con frecuencia). El europarlamento nos da la razón. Si aquí mandara el pueblo y el gobierno obedeciera, la comisión modificaría la normativa, pero mucho me temo que eso va a ser otro cantar. Ya vendrá la comisión (no democrática y sobre cuyos miembros el pueblo no tiene poder) para decir que no, como en el caso de las patentes de software. Pero de momento crucemos los dedos, quizá suceda algo bueno