Ese mantra ese toda una declaración de principios. No seas malvado, compite ajustándote a las reglas, haz negocios justos, aprovecha tu ingenio pero no uses guerra sucia… En fin, sed buenos, comed algodón de azúcar, y la paz en el mundo.
Desde hace tiempo hay quienes pensamos que Google tiene una posición excesivamente dominante en lo que es la experiencia de internet actual. Algo muy parecido (alarmantemente parecido) a lo que representa Microsoft en cuanto a sistemas operativos, y creo que no lo hacemos sin algo de razón (aunque no exista una verdad absoluta). Muchos acusan a Google de haber traicionado su declaración de principios repetidamente con la censura en China, la entrega policial de datos de usuarios de Orkut y la bajada de pantalones continua borrando vídeos de YouTube.
Todas esas actuaciones dejaban el «don’t be evil» de Google en poco menos que papel mojado, pero si alguien aún piensa que Google no se rendirá a sus beneficios trimestrales, en los últimos días dos noticias se relacionan con esto:
- El consejo de administración de Google rechaza una propuesta en la que la compañía se comprometería a defender la libertad de expresión en todas partes del mundo. Ante la ovación que los cuatrocientos miembros de la junta de accionistas regaló al ponente en favor de la declaración, Eric Schmidt, Larry Page y Sergey Brin (que suman casi dos tercios del accionariado) se opusieron a la misma, tirándola a la basura. Al fin y al cabo tienen la mayoría.
- Ante tanta meada sobre su propio lema, Google decide cambiarlo y del Don’t Be Evil se va a por algo más apropiado a la asepsia ética actual de la compañía: Búsquedas, publicidad y aplicaciones.
La ración de Googleitis del sábado ya la hemos cubierto, aunque sea de mala manera.