Argumentemos…
A favor de esta medida tenemos: El preso puede cumplir la última parte de condena en tercer grado en lugar de en la cárcel, facilitando su reinserción (objetivo final de nuestro sistema penal, por otra parte). No está mal, pero este motivo hace agua porque eso ya se puede conseguir con otras vías. Además, si el preso no es peligroso no hace falta ponerle RFID y si el preso es peligroso la RFID no servirá para evitar una nueva violación o un nuevo crimen; por descontado si es peligroso no debería salir en la cárcel. Si yo fuera la víctima no querría verlo en la calle hasta que no esté rehabilitado (quizá ni siquiera después…).
En contra de esta medida tenemos: Se trata de una tecnología que no hace falta para esto. Si el preso es peligroso que cumpla condena en la cárcel, si está preparado para tercer grado, ¿hace falta marcarlo como a un animal?
Como bien leí hace unos días: «La cárcel es un lugar donde se hacen experimentos sociales». Antes de aplicar algo a la sociedad civil se prueba en la cárcel, pues si los indómables criminales encarcelados logran ser sometidos a ese sistema también el resto de ciudadanos, a los que se presupone una mayor docilidad, podrán ser sometidos. Hechos: ¿Dónde se comenzó a usar la videovigilancia y dónde está ahora? Nació en las cárceles y está en las librerías… menudo contraste.
Además, el empleo de medidas extremas sobre un sector peligroso de la población pronto salta de estamentos. Lo hizo la videovigilancia y lo hará la RFID; pasó con la detención sin pruebas, al principio eran terroristas peligrosísimos que sin cargo alguno acabaron en guantánamo, y ahora en UK te pueden detener durante días sin que seas acusado de nada, más que ser sospechoso de terrorista.
¿Qué nos queda en occidente de la presunción de inocencia? Desde luego esta RFID no es la solución, y cada vez está en más sitios, más de los que nos parecen a primera vista. Yo me opongo