Las cosas claras, y en el título hago una conjetura que no está nada clara. Si el parque móvil mundial ha de electrificarse, ni siquiera está claro que dentro de veinte años vayas a tener coche. Porque no hay metales para tanto coche, dicho por la propia industria minera.
Pero si sigo por esa línea nos quedamos sin post en el blog antes de empezar, así que asumamos que sí que tendrás tu coche en el mismo sentido en que tus padres lo tuvieron, o que tú lo tienes ahora. Aceptado ese primer punto for the sake of the argument centrémonos en el siguiente: incluso en el caso de que tengas coches, no te van a dejar conducirlo.
La capacidad del software para conducir un coche de forma autónoma solo puede ir a mejor. La de los humanos es la que es, nuestra evolución biológica es lenta mientras que la mejora de las computadoras es rapidísima. Es cuestión de tiempo que la máquina conduzca mejor que nosotros. Escribíamos en 2018 acerca del primer accidente mortal causado por un coche autónomo:
Lo relevante no es la primera víctima mortal de un coche autónomo, sino la última. No habrá una última en términos absolutos, por supuesto, pero sí conceptualmente: un día los coches autónomos provocarán menos accidentes que los hasta ahora convencionales; y no será noticia porque tendemos a pasar por alto cuando las cosas sencillamente funcionan.
En 2019 volvíamos sobre el tema e hilábamos para hablar de ajedrez y de cómo el mejor humano jugador de ajedrez nunca volverá a superar a la mejor computadora para jugar al ajedrez.
Entonces me dio por pensar que en los años noventa, algún periodista debió escribir algo parecido acerca de cómo los ordenadores eran incapaces de ganar a los mejores jugadores del mundo de ajedrez. Seguro que cuando Kasparov ganó la revancha a Deep Blue también lo escribieron. Recordé entonces que hace ya unos quince años que el mejor humano (entonces, Ponomariov) derrotó por última vez a la mejor máquina para jugar al ajedrez, como conté en su día; y que eso ya jamás volverá a suceder.
Me gusta el ajedrez, pero volvamos a hablar de coche autónomo. En Xataka tienen una nota en la que se lamentan un poco a causa de los nuevos controles por software en los coches nuevos: posibilidad de apagar el motor en remoto, forzarte a cumplir el límite de velocidad, y otras cosas más. La geolocalización constante implica un riesgo para la privacidad, pero desde el momento en que no hemos renunciado a llevar el móvil en el bolsillo, ¿realmente vamos a quejarnos porque el coche esté geolocalizado mientras llevamos el teléfono encima las veinticuatro horas?
Hay aspectos claramente positivos, el coche conectado que se relaciona con su entorno (tanto las nuevas luces de emergencia como la señalización de obras conectada a internet). Los nuevos proyectos de ámbito europeo para mejorar la seguridad vial gracias a dotar de internet a los coches son prometedores.
Pero volviendo a la queja. ¿Qué tan grave es que el coche por defecto te limite la velocidad a lo que el tramo permite? Dejemos de lado que este sistema te previene de multas de exceso de velocidad (o de aparcamiento) por simple e intrascendente, excepto para tu cartera, despiste. Llévemoslo al extremo: si el software conduce estadísticamente mejor que las personas, ¿no sería precisamente lo más ético priorizar que sea la máquina la que conduzca el coche para minimizar las víctimas?
Vamos a un escenario de robotización de aún más tareas. La conducción de los coches, ya sean propiedad individual o flotas de taxis propiedad de empresas que se especialicen en ese servicio, es candidata a ser automatizada. ¿Qué argumentos habrá a favor de la conducción humana cuando la conducción automática sea significativamente mejor y ceder el control a la máquina salve miles de vidas cada año?
[Imagen: Super futuristic car, hecha con Stable Diffusion.]