Una idea realmente útil relativa a los equilibrios necesarios antes de decidir el tipo de infraestructura a utilizar para un proyecto, así como si internalizar la misma o usarla como servicio, por David Heinemeier Hansson:
The cloud excels at two ends of the spectrum, where only one end was ever relevant for us. The first end is when your application is so simple and low traffic that you really do save on complexity by starting with fully managed services. (…) It remains a fabulous way to get started when you have no customers, and it’ll carry you quite far even once you start having some. (Then you’ll later be faced with a Good Problem once the bills grow into the stratosphere as usage picks up, but that’s a reasonable trade-off.)
The second is when your load is highly irregular. When you have wild swings or towering peaks in usage. When the baseline is a sliver of your largest needs. Or when you have no idea whether you need ten servers or a hundred. There’s nothing like the cloud when that happens.
Está claro que los servicios de cloud computing tienen un coste explícito (facturas a final de mes) e implícito (autonomía y dificultad de migración), pues tampoco son tan interoperables los diferentes proveedores como parece de entrada y existe cierto lock-in.
Con todo este contexto, a menos que estés en uno de los escenarios descritos arriba optar por uno u otro tipo de infraestructura no es una decisión trivial.
Update (2022-12-13 @ 21:04): Parece que hay mucha más gente desplegando sus propias nubes en infrastructura propia, OpenStack ha más que duplicado el número de instalaciones en un par de años. En mi anterior empresa, por cierto, lo usábamos y a mí me pareció siempre una opción excelente.