Libros, siempre libros

Quizá sea raro en un amante irredento de la tecnología y el desarrollo de software, pero si hay algo que me gusta tanto como los ordenadores y el software, esa cosa son los libros.

Por eso mientras me dejaba llevar por el viaje propuesto hoy por Gonzalo en su blog me he tenido que venir hasta aquí para anotar esta frase suya, con la que me identifico:

Vengo de un tiempo extinto donde eran los libros lo único verdaderamente importante.

Últimamente tengo la sensación de verme a mí mismo como una suerte de Stefan Zweig sin lustre, una suerte de habitante del país de las últimas cosas de Auster.

Crecí en un mundo analógico que ya no existe, escribo un blog de los que ya casi tampoco existen, desde que en casa hay un pequeño el tiempo se ve pasar como en un hiperlapso, y dejé de ver series porque ese tiempo se dedica mucho si uno lee un libro.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

1 comentario

  1. Me alegra que te guste esa frase. Cada vez más me asalta la duda de si el conocimiento sale realmente adelante o va a morir plenamente en la llama de la actualidad. Es decir, cómo el mundo que viene resolverá el acceso al pasado para comprender que han pasado muchas cosas hasta llegar aquí y que cualquier postura ética o estética tiene antecedentes. La educación formal es una. Las otras que nos dieron los vetustos medios del siglo XX, en esa escasez cuya derrota saludamos con tanta emoción con internet y los bits, no parecen claras. Aunque creo que sucede. Pero no tiene prestigio. Creo. Ni se respeta ni aprecia la carencia de originalidad. Y creo que ya no me adapto bien: la actualidad como tiranía periodística, el consumo de timelines de acontecimientos sin valor y que son sumideros de atención o la erradicación del pasado por algoritmos que construyen recomendaciones desde lo inmediato. En realidad, las oportunidades son mayores. Pero diría yo que hay que hacer mucho ma´s esfuerzo. Yo trato de mantener una idea: no leer libros que tengan menos de veinte años. Puedo tener excepciones por circunstancias específicas, pero es mi criterio de partida. Lo curioso es que viene porque un millennial ve limitados los libros para la metáfora de Fahrenheit 451, pero es verdad que no había, realmente, otra cosa; coleccionar VHS no era un verdadero complemento.

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