Se llama yo cuantificado al fenómeno –o movimiento– de monitorización del propio cuerpo o comportamiento recogiendo series de datos cuantitativos. A menudo se hace con el fin de mejorar la salud, cambiar el estilo de vida o aumentar la productividad personal. Por ejemplo, monitorizar la dieta con el fin de identificar cuáles son los alimentos que producen ciertos síntomas que la persona padece. O contar el tiempo que pasamos en cada web que visitamos para saber qué páginas son sumideros de productividad.
El yo cuantificado surge como movimiento a finales de la primera década del siglo XXI, con el auge de los móviles y diferentes sensores conectados a Internet que facilitaron enormemente la recogida de los datos.
Uno de los aspectos más delicados del yo cuantificado es la propiedad de los datos, pues la recogida de éstos a menudo sucede mediante servicios centralizados. Éstos no siempre permiten un acceso completamente libre de los usuarios a sus propios datos (por ejemplo para exportarlo en un formato estándar que haga fácil importarlo en otro sistema) ni el borrado de los mismos si el usuario así lo decidiese.