Leo en el LA Times (via Hacker News) una noticia sobre la Sriracha, que parece ser la última moda en salsas picantes en los iuesei. «With no trademark, Sriracha name is showing up everywhere»:
Sriracha, la ígnea salsa asiática de chiles rojos ha dado el salto desde éxito de culto a sabor del día, aliñando hamburguesas, patatas, caramelos, vodka y hasta lápiz de labios.
Esto puede parecer como una bendición para el hombre que dio nombre a la salsa, excepto por una llamativa omisión: David Tran, un refugiado vientamita que constuyó un imperio de la pimienta desde la nada, jamás registró la marca, abriendo la puerta a que otros desarrollaran su propia salsa y la llamasen Sriracha.
Cuenta cómo mucha gente ve la decisión de Tran como un error, incluidos gerentes de empresas de marketing (obvio, ¿no?). Sin embargo, continúa recabando la opinión de Tran (cuya fábrica ahora ocupa más de 60.000 metros cuadrados). «No veo el error en no registrar la marca, no es una oportunidad perdida».
Y de verdad no está claro que lo sea, si tenemos en cuenta que su propia fábrica ha crecido más de un 25% sólo en estos dos últimos años. Muchos dirán que la tarta era mucho mayor, que ese porcentaje es pequeñísimo junto al aumento del mercado para esta salsa, que seguramente se ha multiplicado por mucho más. La verdadera pregunta, y la que le da la razón a Tran, es: ¿habría existido este boom de sriracha si él hubiera registrado la marca y vedado el mercado para todos los demás? Probablemente no.
Y sentencia: «se me acercan abogados y me dicen «puedo representarte y demandarles [para que no usen el nombre]», y yo les digo «no, dejadles usarlo»».
En octubre del pasado año The Atlantic ya habló de Tran. Quartz lo hizo en 2013.