Ayer se me colgó Firefox. Exactamente no se colgó, sólo que lo cerré y al abrirlo no me recordó las pestañas que tenía abiertas (ni las fijas ni las otras). No perdí lecturas pendientes porque todo estaba ya esperándome en mi Wallabag (una de las webapps que más uso últimamente), pero al perder las pestañas abiertas gané cosas.
En este blog he escrito poco últimamente. Noblesse obligue que dirían al norte de los pirineos. Mucha tarea y aunque tengo ideas y reflexiones en la cabeza, no encuentro cuándo escribirlas. El caos de ayer se llevó por delante mi pestaña de Hootsuite, y he tardado 15 horas en darme cuenta. Me he dado cuenta ahora al ver lo muy bien que he avanzado hoy, añadiendo además lo poco cabreado que estoy (algo que si entras a Twitter un poco más de la cuenta viene casi de serie).
Creo que la voy a cerrar mucho más a menudo. Esta decisión es lo que he ganado con el fallo de Firefox. A graceful fail.
Sí, ese respiro a veces se vuelve necesario. Hay que tomar medidas drásticas, Firefox lo hizo por vos jajaj.