La más intensa lectura del día es este reportaje en Boston Magazine acerca del proceso que desembocó en la muerte de Aaron Swartz, de la que dentro de justamente siete días se cumplirá un año.
Se trata de una larga entrevista con Bob Swartz, padre de Aaron, en la que se realiza un viaje en el tiempo que aporta un gran contexto al personaje, su filosofía, y en último término los problemas que tuvo que enfrentar en su persecución por parte del gobierno de los Estados Unidos, que pedía para él hasta 35 años de cárcel sin que hubiera mediado violencia física, ni robo alguno, ni nada de nada que no pudiera hacer con normalidad cualquier estudiante del MIT.
Una de las cosas más remarcables del artículo tiene que ver con la actuación del MIT, cómo se alineó más con el fiscal para no poner en peligro su financiación (eminentemente pública) pese a que Swartz encarnaba fielmente el leitmotiv de la institución de «moldear las reglas y llevarlas al límite».
Otra tiene que ver con el fiscal mismo del caso, tendemos a pensar que los peores aspectos del Estado tienen que ver con que las personas, al fin y al cabo, nacen y mueren y la institución estatal es eterna en términos de vida humana, y su normativa fría pasa sobre las personas como una apisonadora. No es que eso no suceda en bastantes ocasiones, pero lo verdaderamente inquietante es que el peso de esa apisonadora recae sobre personas, y en ocasiones sobre personas que se jactan de utilizarlo, algo que antes o después sucede acá y allá, con el mismo y lamentable final.
Recomiendo mucho la lectura del artículo, que enlazo aquí y arriba la versión para imprimir que tiene los 6 tramos del artículo en uno.