Aparte de hacer una revisión sobre Lawrence de Arabia, uno uno de esos personajes que la mayoría de nosotros conocimos a través del cine que vimos en nuestra televisión (cuando aún teníamos), y descubrirnos hasta qué punto el afán sistematizador de la era industrial daña a las personas («la búsqueda no de un promedio sino de un absoluto, de un ciento por ciento estándar en el que los 99 hombres más fuertes son rebajados al nivel del peor. El fin es hacer de la unidad una unidad y del hombre un tipo, para que así su esfuerzo sea calculable»), el post de David sobre la doctrina Lawrence y su relación con ese particular modo de ver la vida en las Indias llega a una conclusión ineludible: para ganar la batalla sin bajas lo importante no es ir más armado al campo de batalla, sino saber que el entorno está ahí, apoyando la decisión de desarrollar la acción de otro modo, en otro lugar. Para que los movimientos más sorprendentes puedan tener éxito debemos, en primer paso, saber con quién contamos y recordarlo cada mañana. Para no empezar a ver gigantes donde sólo hay molinos, para no dejar, a nuestro paso, anillos concéntricos de pena que lloren nuestro nombre. Y es que, en la vida aún más que en el mercado, es todo una cuestión de confianza.
4 comentarios
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Se me saltan las lágrimas, de verdad. Qué emocionante post y qué guapo está reflejada la idea de por qué sólo podemos ser sin disciplina, sin moldes, estructurados pero diversos… muy guapo!
Aparte de todo lo que comento, hay otro aspecto importante en tu post, pero se me alargaba demasiado mi minipost: al reconvertir la territorialidad como herramienta (ampliar campo de batalla), dejando ésta de ser fin, no es que los árabes no pudieran poseer el territorio, es que no era lo que buscaban. Pero eso da para otra reflexión que hacemos más a menudo y que no me nacía poner por escrito :)
¡Abrazo!
A mi me encanta lo de «atacar donde el enemigo no está»
Es así, y no de otra forma, como podemos ir ensanchando el campo de batalla…