La visita del primer ministro chino a Estados Unidos nos deja unos acuerdos con los que EE.UU. prevé ganar 45.000 millones de dólares en exportaciones al gigante asiático. Estos acuerdos, según Obama, deben constituir un puente económico necesario entre ambas potencias, imprescindible para estabilizar las relaciones. Mientras tanto, tan pronto como en 2012 podría haber trenes fabricados por XXX circulando por las vías británicas y el escenario conjunto se refleja en un yuan en escalada imparable frente al dólar y se completa con los novísimos puertos chinos en las zonas del Índico y el Pacífico que no serían usados como bases militares, sino comerciales pero que, en el contexto de una pérdida creciente de influencia económica en la región, impulsan a EE.UU. a negociar una alianza armamentística con Rusia, cortejada por todos, que le permita concentrarse en esas regiones y mantener, al menos, su poderío militar.