Del lanzamiento de la nueva Unión Aduanera con Bielorrusia y Kazajstán a una renovación de sus defensas que no gustó a todos sus vecinos pasando por la venta de ingentes cantidades de petróleo a China, el renovadp ímpetu de Rusia no deja indiferente a nadie y no todo son buenas noticias: en Ucrania los partidarios de marcar un mayor distanciamiento con respecto a Moscú ganan visibilidad y el ministro del interior polaco culpa a los rusos del accidente aéreo la vida al presidente Kacinsky el pasado 2010. No es de extrañar que el canciller Lavrov reste importancia a la expulsión de diplomáticos de Moscú en Madrid el pasado día de nochebuena y sostiene que Rusia tiene más sintonías que disonancias con EE.UU., que por su parte afirma seguirá negociando la entrada de Moscú en la OMC. A tan apretada agenda de exteriores no falta una dosis de nacionalismo: «consume ruso», dice el jefe de la sanidad rusa, que aprovecha el escándalo de las dioxinas alemanas para darle un golpe a la UE, quizá porque ya sentían que para no caer había que dar alguna coz.