Las predicciones milenaristas del Fukuyama más banal siempre estuvieron equiocadas. La historia sigue su curso y los frustrantes mapas del mundo nacional quedan frustrados y obsoletos a la velocidad de la descomposición. 2011 promete ser un año movido comenzando con la incertidumbre mexicana y partición de Sudán, ¿será Darfur una suerte de Kashmir africana? (la violencia no se ha hecho esperar), con Anguila pidiendo su salida del Reino Unido y con los rumores, cada vez más potentes, de que Israel (que ya creció un 4.5% en 2010) pedirá este mismo año el reconocimiento del Estado palestino, amparándose en «el aislamiento internacional» para calmar a sus ultras y a una izquierda cada vez más sensible a los palestinos, en el que Brasil sería el primero en abrir embajada, si Hamas tiene éxito reclamando para si el monopolio de la negociación. Con la estabilización de oriente medio, Irán –por donde actualmente cruzan casi todas las rutas comerciales hacia occidente– podría perder una cuota de esas rutas, que irían a Israel, aliado europeo y estadounidense, que ya mira en su desarrollo más allá de lo militar. Y es que los mapas de influencia tampoco saldrán indemnes de este 2010 en el que Asia central se desestabiliza bajo la potencia China y el nuevo eje con Moscú, mientras el recorte presupuestario del pentágono podría dar la razón a los analistas que se preguntan si EE.UU. ya perdió la influencia comercial en el pacífico.