La intercepción del tráfico web por parte de las telecos es una de las mayores amenazas para la libertad de expresión, para nuestra privacidad y también, por qué no decirlo, para la libre competencia. Esos tres motivos son suficientes (cada uno, por separado) para removernos en nuestro asiento de intranquilidad y conseguir que comencemos a buscar una solución a esta práctica rampante.
La intercepción y modificación del tráfico web (esto es, que tú solicitas ver una página web y tu ISP te la entrega modificada, siquiera mínimamente) ya ha alcanzado titulares en los medios en alguna ocasión. Recientemente, el caso de Phorm sacudió todo el mundo anglosajón y fue muy discutido en medios y círculos hispanos como una advertencia de lo que nos podría suceder a nosotros más pronto que tarde; una advertencia de lo que hay que comenzar a combatir ya para evitar que suceda.
¿En qué consiste el escándalo de Phorm? Básicamente, tu ISP se pone de acuerdo con una empresa de publicidad dirigida para interceptar tus peticiones web para analizar lo que lees y trazar perfiles vinculados a los gustos, aficiones e intereses de las personas que lo utilizan. Publicidad personalizada basada en hábitos y aficiones.
Lo malo de este tipo de prácticas es que bajo su discurso de la opcionalidad encubren un poderoso boomerang que puede volver contra nosotros de forma violenta si aceptamos el juego (en realidad está lejos de ser un juego) y lo lanzamos: si todas las compañías de telecomunicaciones alcanzan pactos similares con Phorm o empresas del estilo para realizar este análisis del tráfico web obtenemos la imposición de facto de un control que viola nuestros derechos más básicos (la privacidad y la libertad de información entre ellos, pero también -como ya menciono más arriba- la libre competencia.
El problema es que, siendo ilegal esta intercepción, resulta difícil evitarla. Más aún, las compañías pretenden utilizando la laxitud legal al respecto incluir estas cláusulas en las condiciones de uso del servicio. El último caso conocido es el de Charter, un ISP de Estados Unidos que ha anunciado que va a comenzar a analizar el tráfico web de sus clientes y a sustituir los anuncios que crea conveniente. (TheInq). Otras voces, por contra, comentan que aunque la tecnología permite el reemplazo de anuncios no piensan hacer eso por el momento sino que plantean acordar con los publicistas actuales la cesión de la información (más gente al tanto de todo lo que lees/piensas) para personalizar aún más los anuncios. Esta última posibilidad es sostenida según las fuentes de ArsTechnica.
Esta práctica tiene todos los problemas éticos del caso Phorm, añadiendo otro: atentar contra la libre competencia, ya que si Charter decide incluir una determinada publicidad en su lista negra y añadir sus propios anuncios, aunque una determinada web tenga publicidad contratada, ésta no se mostrará. Por supuesto, esto es un problema derivado de la violación que la intercepción y modificación del tráfico web supone del derecho básico a la neutralidad de la red. De hecho, de confirmarse este paso, Charter daría un paso tan grande que hace que todo lo que Phorm tiene de malo se vea pequeño, pese a la enorme magnitud de aquello.
Para los escépticos que aún piensen que Charter hace bien proponiendo esas condiciones (libre mercado, laissez faire) pues ya habrá otros que no lo oferten y ganen la cuota de mercado, un par de reflexiones: la primera hace alusión a la concentración del mercado de ISP. Si la red está cada vez más concentrada, el mercado de ISP adolece de una falta de frescura abrumadora con no más de 5 grupos (antiguos monopolios estatales privatizados-vendidos-regalados a amigos de los políticos de turno) que se reparten la mayor parte del mercado continental (BT, Vodafone, Deutsche Telekom, France Telekom, Telefónica). Si todos adoptan técnicas de este estilo, ¿dónde queda nuestra libre elección?
Si la primera no fuera suficiente, aquí va la segunda: imagina que el ISP de turno decide que no va a mostrar más anuncios de AdSense y que cada vez que aparezca un anuncio de AdSense lo sustituirá por un anuncio de su elección, cuyos beneficios no serán para el proveedor de la web sino para él mismo. ¿Qué consecuencias tendría eso para la libre competencia? Dramáticas. Por supuesto, Charter debería hacer frente a un aluvión de denuncias, pero mientras tanto uno por otro y la casa sin barrer: con el rendimiento económico de esas actividades podrían bien defenderse y los pequeños anunciantes/generadores de contenidos estarían inmediatamente fuera del mercado.
Pero es que siempre hemos dicho que en cuanto la neutralidad de la red desaparece, internet deja de ser lo que hemos conocido para convertirse en un coto cerrado, un medio absolutamente bajo control donde nada se publica si no tiene un músculo financiero enorme detrás. Un jardin vallado. Una televisión 2.0 donde nada se publica si no tiene el suficiente respaldo detrás.
Y todo eso, además, con violación flagrante e impune de nuestra privacidad. Si en Reino Unido se permite esto, habrá que estar preparados porque aquí las telecos ya hace tiempo que quieren romper la baraja y seguro que más pronto que tarde intentan adaptar este sistema.
Salud
A lo que ha comentado, poco más se puede agregar (salvo, yo diría, que todos los webmaster perjudicados por la retirada de los anuncios que ellos han contratado podrían pedir daños y perjuicios tanto al ISP como a la anunciante tramposa, por no decir las posibles denuncias contra la ISP y la empresa anunciante por modificar el contenido de una web sin el permiso preceptivo).
El atentado a la privacidad (lo más preocupante del asunto según entiendo) es demasiado brutal, sobre todo para los que gustamos de cierto anonimato (aunque luego usamos el mismo nick en todos lados :P), y para todo el resto del mundo, detesto eso de «puedes elegir», yo hasta ahora jamás he podido elegir mi ISP, y si la misma me plantea una solución absurda y otra «llena de publicidad», según el poder adquisitivo, seguiría estando en la posición de «no poder elegir», más allá de que luego todas hagan lo mismo y acá paz y después gloria, que la elección estaría entre «entrar» y «no entrar».
Hasta luego :S
PD: Lo que me fastidia, para más inri, es que no hablamos de un sector con pérdidas millonarias que se intenta mantener «como sea», sino que debe ser de los sectores con salud económica más amplia, que anuncian, prácticamente todas, beneficios brutales (menores que el año pasado, pero beneficios altos a fin de cuentas, no hablamos de pérdidas), que estas medidas no se justifican en la autopreservación (en plan «o esto o no podremos ofrecer acceso a la red»), sino en la avaricia y el desprecio…
—
bitacora.jomra.es forma parte de deigualaigual.net.
El problema de esa «infinita libertad de eleccion» que debería proveer de múltiples opciones es que demasiado a menudo acaba desembocando en oligopolios-monopolios que se ponen fácilmente de acuerdo y que reducen drásticamente la «inifinita libertad de elección» sustituyendola por la imposición de cláusulas desmedidos. En su sentido más amplio, el precio sería sólo otra cláusula abusiva impuesta ;)
Por supuesto, lo hacen por avaricia todos los que parecen hacerlo por avaricia y el 80% de los que no lo parecen. Hay algunas personas que llevan a cabo comercios sostenibles y justos como un medio de ganar dinero pero respetando al otro. Pero muy poquitas (por eso da gusto conocer a algunas de ellas), jeje.
Es bien sabido que las grandes empresas están diseñadas para acaparar como sea todos los beneficios posibles sin importar la calidad del servcicio, el precio, el esfuerzo de sus trabajadores y la indignación de los consumidores. Recomiendo ver el documental «The Corporation» si alguien no tiene aun bien claro esto.
Partiendo de ahi y teniendo en cuenta que desde el mismo gobierno se clama que internet (más bien el acceso a la información) debe ser un derecho y no un privilegio, no alcanzo a comprender como los gobiernos (de todo el mundo) delegan este «derecho» en un puñao de empresas privadas sin tomar cartas en el asunto e incluso apoyándolas en sus desfachataces (vease Nicolás Sarkozy) en lugar de declarar que el acceso a la red debe ser un servicio público y servir al bien común, cortando así el problema de raiz.
Así como el derecho a la sanidad está regulado por el estado, (aunque la calidad del servicio es bastante discutible) el acceso a la red también debería de estarlo. Si bien el libre mercado en ocasiones (contadas) mejora la calidad y el precio de los servicios, cuando el efecto que tiene es justo el contario que el pretendido, (como en la vivienda) el estado (o mas bien todos los ciudadanos) debe poner freno a las locuras que desde las corporaciones se impulsan.
Si internet llega a convertirse en la televisión 2.0, los ciudadanos habremos perdido el último resquicio de libertad que quedaba para alcanzar finalmente la sociedad de control que desde los medios masivos se está luchando por conseguir.
Tengo fe en que este medio de comunicación no será controlado tan facilmente y que, aunque lentamente, gracias a blogs como este, la sociedad cada vez está más informada y es menos vulnerable las barbaridades que tratan de imponer los ISPs, pero la guerra por los ciberderechos no ha hecho mas que comenzar.
PD: Me estoy estirando demasiado, a veces me creo que soy yo el dueño del blog en luigar de un mero lector :-)
Bueno, el problema es que el hecho de que sea el estado el que pueda almacenar toda esa información tampoco me tranquiliza (por eso nos oponemos a la retención de datos); aunque es cierto que ahora mismo está la cosa difícil para evitar que todo lo que hacemos quede registrado.
PD. Y en ningún sitio se dice que los comentarios tengan que se cortos ;)