«Al observar las manecillas paradas de un reloj cuya pila está agotada, si nos detenemos a observarlo, nos invade un sentimiento de naufragio. Algo no funciona. Nos gusta comprobar el paso del tiempo, del mismo modo que la naturaleza impulsa su avance natural. Por otro lado, si un reloj se encuentra totalmente oculto ni siquiera nos preocupamos por su funcionamiento, en su lugar experimentamos un sentimiento desconcertante de incertidumbre sobre la hora que es. La visión del tic-tac de la segunda manecilla de un reloj es una señal de que todo va bien.»
– John Maeda, Las leyes de la simplicidad