Danger Room recoge unas declaraciones del que desde hace un año es director de la TSA estadounidense:
Este mes, en el Aspen Security Forum, John Pistole (director de la TSA) abrió su boca –y de ella salieron las palabras de Schneier. Pistole dijo que ya iba siendo hora de «reconocer que la gran mayoría de las personas que viajan a diario no son terroristas». Para «intentar aplicar más sentido común a este proceso», incluso.
Olvídense de cachear a los niños e indicar a personas con pases de alta seguridad que debe quitarse sus zapatos. «Creo que podemos recurrir a una forma diferente de monitorizar niños que reconozca que, en el caso más probable, no llevan una bomba encima».
Y añadió: «la mejor capa de seguridad que poseemos es la inteligencia.»
Ciertamente, una buena noticia que alguien al cargo de una de las instituciones más ignominiosas y que de más abusos legales se ha beneficiado rompa una lanza en una dirección opuesta a la que se ha seguido hasta ahora.
Con un poco de suerte es posible que la normativa se adecue a la realidad, lo que devolvería algo de dignidad a los viajeros, reduciría los costes públicos (y por ende, mejoraría la forma en que se gasta el dinero que esos mismos viajeros aportan en forma de impuestos) y, finalmente, mejoraría la capacidad de respuesta ante emergencias (pues el ahorro alcanza seguro para a la vez devolver impuestos y que haya más dinero en las arcas públicas que se puede usar cuando suceda un evento indeseado).
Es interesante que en un año al mando de la TSA, Pistole haya progresado tanto respecto de la candidez que demostró cuando se hicieron las protestas contra los escáneres corporales