Visto que últimamente en el blog se habla mayoritariamente de RFID, y como parte de mi trabajo investigador en la materia, he decidido implantarme un chip inteligente. Como hacerlo yo mismo superaba mi delicada aversión a la sangre fuí a un médico que me lo ha puesto en la espalda (ojos que no ven…). La operación la hice hace unas semanas, pero bueno… me reservaba la exclusiva para después de probarlo.
De momento todo está genial, ahora soy un poco como dios y me acerco a puertas que se abren, como la del parking o la de la nevera (mi preferida, claro). Otro tanto en el trabajo, creo que tras meses de oponerme a estos inventos, y con tan sólo unos días de prueba me parece una decisión acertadísima.
Los cajeros me dan el dinero con solo acercarme, de verdad qué bien. Lo malo es pasear por Mercadona, con todos esos detectores RFID que ahora me ven como un objeto sexual; alguien necesita ser reprogramado (seriamente). De verdad es un horror sentirse atractivo a un montón de máquinas, pero son tantas las ventajas que no me lo pienso quitar. De hecho estoy pensando en implantarme otro de mayor alcance, para que la puerta del baño se abra a más distancia, así podre llegar corriendo (a veces es muy necesario) sin darme de bruces. La vida ahora es mucho más fácil.
Hay que seguir informando y luchando para evitar que en un futuro cercano algo como lo que escribes deje de ser una simple y divertida broma.
Inocentes saludos ;-).
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«Los pastores serán brutales mientras las ovejas sean estúpidas.» – E. Godin
espero no arrepentirme de esta broma ;)
buena inocentada, aunque por lo que te conozco tu no te implantabas un chip de esos ni jarto vino :-P
Bones Festes! ;-)
parece que no he engañado a nadie :P