La historia de Internet se reescribirá en clave macrocorporativa. Internet como una historia a tres o cuatro bandas con grandes actores de magnitud mastodóntica que se van pasando el cetro y la corona. Internet Inc. El relato del dinero cautiva a los periodistas, pero no será ese factor el responsable de lo que quiero comentar: lo que sucede es que, desde hace ya tiempo, Internet no puede narrarse desde otro ángulo que ese reducido grupo de empresas que definen y marcan su futuro.
Muchos pensarán que, al lograr esto, estas corporaciones están apropiándose de una parte de la historia que no les pertenece y a la que no habrían dado lugar. Pero están equivocados, y no porque la historia la escriban los vencedores en clave churchilliana, siendo indulgentes consigo mismos. No, la historia de Internet se escribe en clave macrocorporativa porque ésa es la Internet que tenemos ahora y desde hace ya unos años; y la que tendremos en el futuro. Ésa es la Internet en la que compraremos, leeremos, y charlaremos el día de mañana, y por tanto la historia en clave corporativa está, así visto, justificada.
Podemos escribir otras historias de Internet. Los años tempranos, en que la red estaba poblada mayoritariamente por personas con una cierta inquietud intelectual de afinidad a la tecnología. Estas personas intentaron desentrañar las promesas de Internet y esos grandes planes son en su mayoría ideas que les debemos a ellos. Podemos escribir otras historias sobre lo que quisimos que Internet fuera o llegara a ser, y sobre qué pudo haber sido, aunque todas esas historias tan sólo las hayamos soñado, porque ahora sabemos que sólo serán sueños. De acuerdo, los sueños son importantes, pero hay que contemplar esa historia como inspiración, no como dogma. Porque sería un dogma equivocado: Internet es ahora otra cosa.
Profecías incumplidas. O cumplidas a medias. La historia de Internet puede llenar una biblioteca tan sólo recordando lo que pudo ser y no fue, si es que en algún momento pudo ser (a día de hoy, lo dudo). No es que no haya habido impacto, sí que lo ha habido y muy importante. Aún vamos cayendo por la madriguera de conejo, no sabemos cuándo nos detendremos y la transformación es en algunos aspectos radical. Pero muchos de los grandes cambios vaticinados no se han materializado, ni se van a materializar.
Hace unas semanas, Dave Pell escribió un articulo titulado The Internet is rigged. Recomiendo lo lean antes de continuar.
El retrato de cómo la Internet «indie» ha quedado definitivamente subyugada al entramado de servicios y la maquinaria de comercialización de algunas empresas gigantescas es fiel hasta el punto de reconocer que el problema es menos acusado en quienes como él estaban ahí hace muchos años y aprovecharon el tirón inicial para construir su pequeño hueco. Este último punto lo hemos mencionado alguna vez, sin ir más lejos hablando de las barreras de entrada para emprender en la era de Internet.
Quien me conoce sabe que desde hace ya mucho tiempo no reservo espacio para el idealismo sin bases; ya no ha lugar para la naïveté. A este respecto hace ya mucho que me sentí más o menos de acuerdo con la visión constructiva pero madura de la tecnoutopía que aporta Lanier. No simpatizo tanto con Morozov, a quien reconozco su talento y su capacidad para desmontar argumentos ajenos, pero a quien atisbo un importante cinismo aprovechándose de los mismos mecanismos que cuestiona para transmitir sus mensajes y ganar una notoriedad sin haber hecho una propuesta constructiva, tan sólo habiéndose dedicado a demoler los argumentos ajenos. (Ojo, doy la razón a Pere cuando dice que Morozov ha creado escuela.) Incluso en pequeños gestos aparentemente inocuos, como la decisión de Mozilla de forzar el uso de HTTPS, podemos ver otra traba más en el camino de quienes quieren hacer una Internet independiente. Si no compras el certificado a una de las escasas agencias que venden certificados, lo que tengas que decir o enseñar será señalado como peligroso.
El caso es que hace unas semanas, charlando por e-mail (sí, las discusiones más interesantes que he tenido sobre muchos temas en los últimos meses han tenido lugar todas por e-mail como en los viejos tiempos y quizá sea una lección pendiente de ser reflexionada, hasta el punto en que me pregunto por qué estoy publicando esto en el blog; pero eso es asunto para otro momento) llegué a leer un artículo de hace un par de años, Prada Revolutionaries. El artículo hace algún tirabuzón para justificar al propio autor, pero hace un buen repaso acerca de cómo las propuestas más o menos novedosas o revolucionarias necesitan para triunfar abrazar a la sociedad a la que pretende «revolucionar». Dicho de otra forma, lo ecológico triunfa porque se ha conseguido vender la idea de que demostrar que somos responsables con el medioambiente (ser paperless, tener placas solares en el tejado de casa, o comprarte un coche híbrido, o mejor uno eléctrico) confiere status; no triunfa porque se haya convencido a la sociedad de lo positivo de ser políticamente activo en torno al reciclaje. La misma reflexión es aplicable a otros ámbitos (el Open Source tiene su propio argumentario para llevar parte de los objetivos -aunque descafeinados- del Free Software a una vereda de éxito).
No obstante, hoy quiero destacar otra idea contenida en ese artículo. Dejo aquí un párrafo, pero de nuevo os animo a leer el artículo completo antes de continuar con este post (la cita de The West Wing casi al final del artículo bien merece llegar a ella con el contexto de haber leído todo lo que hay arriba).
Discovering Headmap, Margin Walker and WorldChanging was for me what discovering The Whole Earth Catalog or Mondo 2000 must have been like for previous generations. These were the people I was looking for, and the vision I was seeking. An alternative to both the hopeless outsiderdom of left-wing activism and the nihilism of yuppiedom. A glimmer of hope that I could spend my post-college career making money and making a difference.
Looking back it all seems hopelessly naive.
Un minuto de silencio, este párrafo es duro, y las negritas las he puesto yo porque es en lo que estoy principalmente de acuerdo: pensar que podías en tu carrera profesional tener un desarrollo en el que de alguna forma te ganases la vida y a la vez tuvieras un impacto significativo sobre el mundo que te rodea. Es ingenuo, sí, porque es una situación tan improbable como un mirlo blanco.
Hace tres años largos que fundamos Cartograf, desde entonces hemos trabajado cada día como si no hubiera un mañana. Seguimos en pie, los resultados económicos son dignos pese a que algún cliente se esfuerza (y a veces lo consigue) en no pagar, y estamos contentos, sobre todo con el contexto económico en que estamos, donde la muy comentada mejora de la economía no se siente demasiado a pie de calle. Pero el que espere que enumeremos las múltiples formas en que Cartograf ha contribuido a mejorar el mundo con cambios disruptivos, puede ir pidiendo una tila. (Por otra parte se trata de una palabra ya muy vacía. Cada vez que dices que algo es «disruptivo», los dioses matan a un gatito.)
Spoiler: no es cierto. Claro que trabajamos a favor del software libre: siempre es la base de los proyectos que hacemos, y siempre dedicamos mucho esfuerzo a que nuestros clientes comprendan por qué este software libre con el que construimos todo lo que necesitan es bueno para ellos y para todos. Una sociedad que depende de la tecnología puede ser únicamente tan libre como lo es la tecnología de la que depende, el software libre es importante y estamos orgullosos de nuestra postura al respecto.
Pero no nos engañemos: el impacto de nuestra labor es limitado, mucho. Hemos compartido el código de algunas piezas aquí y allá, pero realmente es insignificante. Si Drupal es a día de hoy un software maravilloso, y si el próximo Drupal 8 va a ser aún mejor, le debe poco a nuestra labor. Y definitivamente, más allá de los trabajos que generamos, el impacto es pequeño, muy pequeño. He puesto el ejemplo de la contribución en nuevo software libre, que ya es de por si un ámbito muy concreto y pequeño de trabajo, por ser un ámbito entre los que desearía que hubiéramos tenido mayor alcance.
Soy consciente así mismo de que lo que hacemos no es poco: la responsabilidad social corporativa de mayor impacto de toda empresa es el trabajo que genera, aunque nadie parece llamar a eso por ese nombre. Más aún, lo que todos llaman por ese nombre es en la mayoría de ocasiones algo así como publicidad buenrollista con ventajas fiscales especiales vía fundaciones a las que se ha reconocido como de «interés general», arte mediante del pago previo a un bufete de abogados. Luego ves a furiosos activistas peleando para que las grandes empresas gasten más en RSC y no sabes si comentarles algo o hacer un doble facepalm y montarte en el metro camino de casa, a poder ser sin trasbordos, sin contratiempos, directo a un entorno a salvo de bullshit.
Pero también soy consciente de que no es mucho. Y es menos aún si lo medimos frente a los habituales términos hiperbólicos, que aseguran que «Internet va a transformarlo todo».
Internet ha transformado algunas cosas, algunas más para quienes estaban ahí al principio. Bien porque para ellos fue mucho más fácil socializar en entornos donde no se fomentaba directamente la interacción con la misma gente a la que ya puedes ver y hablarles en tu barrio, sin usar para ello el chat de Facebook. Internet ha cambiado mucho la distribución y comercialización de productos (no hablo de música, Amazon o Alibaba venden sobre todo producos físicos). Además, todo lo que es digitalizable fue digitalizado, o lo será más pronto que tarde. Durante unos años hubo cierta efervescencia, oportunidades de llegar siendo indie y comerle la tostada a emporios empresariales que aún no habían decidido si estaban a setas o a Rolex.
Ahora es diferente. Se suele decir que Internet va a cambiar mucho, que no sabemos cómo va a ser dentro de 10 años. El Internet de las cosas y todo aquello de lo que en este blog hablábamos hace la friolera de casi diez años (eso suman veinte años). Pero lo cierto es que la principal evolución de Internet ya ha tenido lugar. Internet es ahora un entorno maduro, y muy consolidado en términos de mercado. Sí, por supuesto que se puede innovar, pero si la última audacia en modelos de negocio es eso que ahora llamamos economía colaborativa, tengamos en cuenta la cantidad de dinero necesaria para dar forma hoy a una empresa que pueda ser ese campeón global en lo suyo. Ya hemos comentado el caso de Uber. Hace muchos años que se descubrió cómo aplicar en Internet la lógica básica de que el acceso al capital (y a la infraestructura) confiere ventaja competitiva. Si eres una empresa de servicios, la barrera no ha cambiado nada respecto de lo que era ser una empresa de servicios antes de Internet. Esto es lo que hay.
Volviendo a Uber y a la posibilidad de crear de la nada una empresa que se sitúe en la cresta de su mercado, en un mercado verdaderamente global, no hay hueco para líderes locales, porque la lógica económica favorece la gran escala, en realidad la escala masivamente grande. Esa gran escala es la que hace que recorras la curva de la experiencia antes que tu competencia y te permite producir y servir más barato el mismo producto, siendo a la vez el mejor y el más barato.
Si para construir un líder global (y hago una aclaración que creo un tanto innecesaria, pero no querría que nadie pierda el foco: en Internet no los hay de otra naturaleza) cuesta la diezmilmillonada que cuesta montar un Uber, Internet está lejos de ser territorio indie-friendly. Por eso digo que estamos ante un mercado muy consolidado. Por eso es tan ingenuo pensar que vas a lograr montar un negocio en el que vas a ganarte la vida y tener impacto, todo a la vez.
Por supuesto, todo esto no se discute en la charla TEDx promedio en la que todo el mundo va a vender su moto cargado de elevadas dosis de psicología y análisis superficiales de la realidad. Atendiendo a estas charlas, emprender es fácil, en el futuro no habrá trabajo asalariado, y toda la generación millenial (lo que quieran los dioses que eso signifique) va a montar su propia empresa (y comerse el mundo además, claro) desde un puesto de trabajo nómada y compartido en un espacio de co-working (la versión del garaje californiano no pudo ser extrapolada ante la malvada realidad de que el 99% de la población en estas latitudes no tiene casa con garaje privado, claro). El nivel de vómito arcoiris es tal que terminas la segunda de estas charlas y dan ganas de pedirle a Telefónica que se salte la neutralidad de la red y jamás de los jamases vuelva a cargarte un vídeo desde ese dominio.
La realidad es que emprender no es fácil (a estas alturas, si no tienes pasta de inicio vas a ser el último eslabón de la cadena trófica y vas a tragar mucha mierda, cuando se dignen a pagarte, que a veces ni eso; pero de esa hidra hablamos otro día), la transformación de Internet sobre el mercado laboral ha sido grande, pero desde luego no ha destruido el empleo corporativo, más aún, se vincula el aumento de la desigualdad con el hecho de que las grandes empresas son más grandes que nunca y tienen cada vez más empleados. (Cada vez que alguien escribe que Internet facilita la revolución para la base de la pirámide y la revolución de la clase obrera los dioses le sacan el corazón a un gatito con una cuchara.) Como desigualdad no equivale a pobreza, a mí la desigualdad me da bastante igual, (personalmente, creo que el objetivo es combatir la pobreza, sobre todo en términos absolutos), pero el dato es que esa desigualdad de la que tanto se habla es consecuencia del aumento del tamaño de las empresas, precisamente porque estas grandes empresas pagan mejores salarios. Los millenials (repito que no sabemos exactamente quién entra dentro de ese maldito saco) un día crecerán y serán tan adultos normales y corrientes como el que más, no les va a salir el tercer ojo de Ten Shin Han por haber nacido después que sus padres ni ninguna otra obviedad usada para describirlos, tampoco van a salir de casa vestidos de polipropileno fluorescente ni sus coches van a levitar sobre una burbuja de helio supercrítico, de la misma forma que no son ciertas la gran mayoría de cosas que las pelis pasadas retrataban cuando hablaban sobre este tiempo entonces futuro. Y por supuesto, el coworking no va a hacer que ninguna empresa del IBEX venda sus oficinas y mande a sus trabajadores a espacios de trabajo abierto y compartido alquilado en porciones unipersonales.
Así que no: hay cosas que Internet no va a cambiar, y algunas de estas cosas incluso se van a ver más acentuadas precisamente gracias a Internet. No es grave, no era grave antes de escribir este post y no es grave después de haberlo leído. Estudiarás (sobre todo si no haces caso a los cantamañanas que te dicen que abandones tu carrera a medias porque «a mí me funcionó»; hazme caso y hazte un favor, no veas charlas TED), tendrás un trabajo y te ganarás la vida. Serás muy feliz a ratos, y estarás un poco cansado la otra parte del tiempo. Te fijarás pequeñas metas y las conseguirás, y aspirar a más de eso no tiene demasiado sentido.
Quizá piensas diferente, como esos jóvenes rostros del tiempo pasado que se creían invencibles y destinados a grandes cosas en una película que viste hace ya unos años. Si es así, te paso con T.S. Eliot y sus Cuatro cuartetos: «le dije a mi alma «espera, pero espera sin esperanza, porque la esperanza sería esperanza por lo equivocado»».
[Ilustración: Ophelia, por John William Waterhouse, que siempre me gustó más que la representación de Millais.]
Ha sido menos deprimente de lo que esperaba… aunque lo habrá sido para los que quieren seguir **queriendo creer**.
Menudo montón de referencias. Viviendo en mi agujerito sectorial, no conocía muchas de ellas
Un problema de fondo es la gestión y cálculo de expectativas, que en muchos casos está interferida por los discursos ajenos y las modas del momento. La mayoría de estos presuntos problemas se cierran pensando en una humilde distribución normal, y en lo que significa estar en sigma > 2
Sin duda, la gestión de expectativas es clave, creo que hay un sesgo claro en Internet: por definición, la mayoría de las cosas que vas a leer está escrita por gente lo suficientemente echados para adelante, extrovertidos, dicharacheros, como para que la visión que te llegue no sea neutral, sino que esté sesgada hacia ese optimismo falto de respaldo estadístico, ya sabes, el típico optimismo n=1 basado en hacer cherry picking y decirte que si el fundador de WhatsApp lo hizo, tú también puedes :)
Y yo ruminando un artículo alrededor de las gigantescas ineficacias de las grandes corporaciones y de cómo se irán al garete en cuanto el capitalismo de amiguetes se acabe y los grandes contratos dejen de firmarse en el campo de golf, puticlub o en un vuelo acompañando al ministro de economía del país hogar de las multinacionales firmantes.
Menudas visiones diferentes desde esquinas y experiencias tan diferentes…
En las grandes corporaciones desde dentro es imposible no ver las ineficiencias. Toda esa gente que no se sabe muy bien qué hace (y que cuando hacen algo, lo hacen relativamente mal), pero a las que no se despide. Eso nos hace pensar que se van al carajo, pero en realidad esa ineficiencia es parte del pago. Esas grietas en las que esconderte de la responsabilidad y/o de la tarea, escurriendo el bulto y el marrón hacia abajo (siempre es hacia abajo, claro), es parte de los beneficios de estar en un sitio grande en el que las decisiones son lentas y puedes pasar mucho tiempo antes de que nadie se de por aludido, y mucho más antes de que se tomen medidas (¿despido?) al respecto.
Sin embargo, la productividad por empleado en las grandes empresas, aún considerando todo esto, es mayor que en las pequeñas. Por eso permiten esos espacios de llamémoslo asueto :)
El artículo de The Economist que es esclarecedor en ese sentido: en las últimas décadas, las grandes empresas son cada vez más grandes, y como es más difícil gestionar empresas cada vez más grandes, los salarios de esos cargos medios también suben más que los de abajo… de ahí la desigualdad creciente que tantos titulares captura…
Tu visión es valiosa porque es de insider, la mía es de intelectual: todo lo que sé sobre esos temas lo aprendí leyendo, no he trabajado ahí. (Trabajé en la uni, que es otro mundo porque ahí la productividad por empleado no sé en qué parte del histograma quedaría.)
Mencionas el eventual despido de los trabajadores de multinacionales. Durante años y años no se daban, pero desde «la crisis» sí – y es la manera en que se expresa la «destrucción de la clase media» en España. Quien pierda su empleo de multinacional de larga duración a día de hoy en España, si logra otro trabajo, su salario probablemente se verá reducido a la mitad.
El verdadero drama es que esos desempleados «no saben hacer la u con un canuto» si no han tenido la prudencia y el desgaste energético de seguir siendo relevantes en su campo de trabajo.
En la mayoría de los casos, esto que dice Forges es la absoluta verdad…
https://twitter.com/forges/status/598372715859423233
Y es muy triste.
Ya, está claro que esos «trabajos agujero» que los llama Bianka (porque te permiten meterte en un agujero en el que ignorar la realidad, la formación continua, seguir aprendiendo, seguir buscando cosas mejores, etc) son una pequeña trampa en ese sentido. Contra eso sólo vale advertirlo a tiempo a quienes están ahí.
La pareja de un amigo trabaja en una gran empresa realizando tareas con bases de datos, pues hace no mucho tiempo (un par de años o así, si recuerdo bien), le vio las orejas al lobo porque estaba hipermegaespecializada en Oracle, pero Oracle sólo tiene clientes residuales: no capta nuevos clientes, los que tienen van a durar mucho porque migrar no es fácil ni rápido ni barato, pero nadie que monte un sistema de cero ahora lo monta con ese sistema… Afortunadamente, creo, se puso las pilas a tiempo y a estudiar y a seguir aprendiendo en nuevos sistemas de bases de datos, y si el testimonio de este chico (que es con quien yo hablo, je je) es cierto, caso de que sea necesario, habrá happy ending.
Todo esto es para decir que sí, que tienes razón en que por supuesto hay despidos y cuando vas fuera puedes tener un marrón encima, pero mirémoslo desde el otro lado. En una empresa de 20 trabajadores (y la mediana de empledos en España está muy por debajo de ese número), en el momento en que dejas de ser relevante para tu puesto de trabajo es taaan evidente que ya has llegado a la última página de la historia. FIN. Sin tiempo para la reconversión, aunque mirando en positivo, posiblemente también sin tiempo para que la des-adaptación sea irremediable :)
Sí. Los más desprotegidos son los que están en «trabajo agujero» y empresa sin pulmón ni colchón económico (como suelen ser las grandes, en tamaño, claro). Si su trabajo no es necesario este hecho es absolutamente evidente, y además allá muy probablemente sí se escatimará para evitar pagar compensación. Si toda la empresa falla, ¡pues nada de compensación seguro!
Respuesta optimista milenarista: «torres más altas han caído». Si el sistema presenta fallos, eventualmente se producirá el fallo en cadena que nos hará abandonarlo por algo que parezca mejor, por muy vital que sea ese sistema y por mucho que lamentemos ese fallo. Verbigracia, los alemanes diciendo que se salen de la nuclear después de Fukushima. ¿Le puede ocurrir eso a Facebook?
Respuesta optimista moderada: vale, el software libre ha triunfado cuando Google lo ha prostituido y cuando por fin ha resultado útil para un trabajo cool, el de los diseñadores web con Mac que abarrotan github. Pero, ¡ha triunfado! ¡Microsoft, la misma M$ está haciendo la ola!
Correcto: las expectativas revolucionarias eran infundadas. La masa internáutica ha sido pastoreada a un rebaño tan eficazmente como la masa televisiva lo fue antes. ¿O no? ¿Se ha producido una mejora, el porcentaje fuera del rebaño es mayor que lo que fue para la televisión? ¿El potencial transformador de internet está en la larga cola? Yo pienso que es peor una internet de 1 millón de pioneros, que una internet de 600 millones de consumidores estupefactos y 2 millones de pioneros. Claro que los números podrían ser totalmente distintos.
Visión pesimista: en efecto, el último año, emocionalmente, es desolador.
PD: pero el vídeo de la desigualdad, MAL. :-)
Internet como espacio en el que hacer cosas existe, pero como herramienta que va a cambiar la lógica social es un bluf. Como bien dices, ahora hay más «pioneros» que antes, eso es bueno. Pero durante un tiempo, precisamente porque sólo estaban ellos, parecía que la transformación sería mucho mayor, mucho mejor. Y no es así.
Puedes construir espacios en los que hacer cosas, sin Internet no es posible (la tv no lo permite, vamos). Pero serán nichos oscuros, antros a los que sólo se acercarán los frikis que lo sean de antemano. Su impacto transformador será menor, porque la mayoría de personas (muchas de las cuales descubrirían que eso puede molarles) te van a descartar de partida. Durante unos años parecía que esa mentalidad tradicionalmente empujada a los márgenes podía ser un poco más mayoritaria, salir de sus reductos de frikis.
PD. A la desigualdad le molesta que haya ricos, y a mí me molesta que haya pobres. Quizá porque nací pobre y entendí que igualar a la baja no es solución ni para mí ni para la persona a la que hundes. Lo importante es conseguir que no haya pobres, y no tanto que los ricos sean más iguales a los pobres…
Sí, hubo un exceso de expectativas, y lo peor esas expectativas siguen existiendo, y son casi mayoritarias, pero se han trasladado: se vende una revolución social en cada keynote anual de Apple, previo pago (ricos paguen con dinero, pobres paguen con datos, ¡nadie se queda fuera!).
Viendo el vaso medio lleno, diría que internet, la internet donde el Cluetrain se equivocó en casi todo y John Perry Barlow es un homeless gritando desde debajo de un puente, sigue siendo la herramienta más potente. Porque permite construir nichos separados, bastante autónomos, donde Barlow es Moisés y Cluetrain son sus tablas. Esos nichos existen, y dan más autonomía a más gente que la que hubo con las herramientas anteriores. Aunque, desgraciadamente, sigan siendo nichos.
Respecto a la desigualdad, que es otro debate, que da para mucho, que hay muchas posturas populares equivocadas y que tienes razón, pero es que ese vídeo es simplificador hasta el insulto. No se puede hablar de desigualdad como si toda la gente del mundo fuera productiva y no existiera el rentismo (o peor aun, como si todo el rentismo fuera público y toda la productividad fuera privada).
Internet es mejor que todo lo anterior, pero tiene límites, y sus límites son mayores (su alcance menor) de lo que las expectativas iniciales sugerían.
A todo lo demás, +1.
PD. Acepto que es offtopic, así que lo dejamos… :-D
Hombre, lo de que «no habrá trabajo asalariado» es de las pocas verdades que han dicho los gurús, sólo que está muy lejos de ser la liberación que ellos pretendían. Los trabajadores dejaremos de cobrar salarios y seremos lo que antes se llamaba «falsos autónomos»: curraremos a destajo para ciertas empresas –la mayoría con sede social en Estados Unidos–, pero correremos nosotros con la inversión y no tendremos ningún derecho social ni laboral. O sea, que en definitiva ganaremos menos, trabajaremos más y tendremos menos libertad, empleados sin contrato en eso que llaman «economía colaborativa» o haciendo microtareas cada vez peor pagadas.
Me gusta tu artículo. Transmites de manera sincera un desengaño que algunos hemos sentido con internet. Y tienes el valor de expresar un punto de vista pesimista en un medio que tolera muy mal a los pesimistas (léase realistas) con el propio medio. Aunque creo que todavía eres demasiado optimista o estás en una fase temprana del desengaño :)
¿Podría haber terminado de otra forma una red impulsada por el Gobierno de Estados Unidos?
Gracias Pidal, no intento ser pesimista… pero supongo que en este artículo tampoco hay hueco para optimismos infundados :)
En realidad, el gobierno es impersonal, e impulsó una red para favorecer su defensa militar, pero la Internet que disfrutamos en los 90 del siglo pasado y primeros años de este siglo no era esa red militar impulsada por el gobierno. Era otra cosa, y realmente lo era porque en ella el rol militar estaba al margen (casi literalmente, en una red paralela, sin mezclarse con los usuarios normalmente), y porque el gran consumo no había visto aún el potencial de venta de la web. Cuando vieron eso, guiados por la inercia de sus directivos de toda la vida, no pararon hasta conseguir formas de promoción, venta, marketing, etc. equiparables en su metodología a lo que habían hecho en publicidad toda la vida, antes de Internet. Facebook es el primero que les da esa posibilidad, y ellos se abrazan ahí como a un clavo ardiendo.
Sí, la red la impulsó el gobierno de EE.UU., pero su destino viene marcado no tanto por lo público como por lo privado, el gran capital que aprende a usar las reglas de siempre (ese aforismo que dice que «dinero llama a dinero») en un entorno en el que al principio nadie había sabido cómo hacer que el dinero te diera ventaja.
Sí, llevas razón en que la iniciativa la llevan empresas privadas. Estaba simplificando cuando atribuía al Gobierno de EE.UU. el impulso de internet. Lo que pasa es que esas empresas privadas estadounidenses suelen tener intereses convergentes con el Gobierno y en no pocos casos casos reciben capital público (cuestión esta que creo que el público general desconoce).
Has comentado que compartes en cierta medida la crítica de Jaron Lanier, pero que Morozov, en cambio, no te parece acertado. A mí Morozov tampoco me hace mucha gracia. ¿Qué te parece la crítica de Nicholas Carr? Hay dos libros recientes de «críticos» que estoy interesado en leer:
– Andrew Keen, «Internet is Not the Answer».
http://thenextweb.com/insider/2014/12/07/ten-reasons-internet-answer-2/
– Shawn M. Powers & Michael Jablonski, «The Real Cyber War: The Political Economy of Internet Freedom».
http://boundary2.org/2015/04/29/dissecting-the-internet-freedom-agenda/
De Carr tengo pendiente leer algo más largo, con algunas cosas que he leído en columnas no estoy excesivamente de acuerdo, pero no dejan de ser columnas, por eso digo que prefiero leer al menos un ensayo largo suyo antes de posicionarme :)
Por otra parte esos dos libros que enlazas me los apunto para cuando termine mis dos libros actualmente en curso, que espero sea pronto.
¡Muchas gracias de nuevo, Pidal!
Jose: si quieres reírte (o suicidarte) te recomiendo el curso «Two Speed IT» de Coursera, material desarrollado por el Boston Consulting Group para teleñecos, digo para ejecutivos de multinacional. En fin, que así nos va si los teleñecos, digo ejecutivos de multinacional, escuchan a BCG y no leen esto que has escrito aquí.
Pues que sepas que lo voy a mirar jeje. Además, BCG es todo un referente. Si hasta Indra (que se enorgullece de ser consultora) les ha contratado para que les preparen el plan estratégico, inaugurando la categoría de servicios de metaconsultoría… Je, je.