De momento tenemos que atravesar el arco medio desnudos, con la tarjeta de embarque en la boca y haciendo equilibrios con las bandejas en las que hemos agrupado obsesivamente los objetos por densidades. Lo de los 100 mililitros, créanme, carece de importancia. El problema será cuando no nos dejen pasar con toda la masa encefálica. O con cantidades de pensamiento superiores a las permitidas por la directiva europea o por Alá. Aunque quizá esas restricciones hayan entrado ya en vigor sin que seamos conscientes de ello. Ninguna sociedad con un pensamiento entero se habría tragado esta imposición. El fundamentalismo religioso ha ganado la guerra.
El segundo es mi propia aportación a la mercadotecnia de las aerolíneas de bajo coste, si es que les hago el trabajo a los publicistas y ni siquiera me lo van a agradecer. Como el mundo no se hizo en un día, nosotros tampoco vamos a buscar eslóganes para todas las aerolíneas en ese tiempo. Pero ¡tenemos una ganadora! La incompetencia de Air Europa.
Como nota indignante mencionar que para embarcar en Barajas en ningún momento tuve que identificarme enseñando el DNI. Ni al facturar, ni al pasar por los arcos ni al embarcar nadie me solicitó el DNI. Esto tiene dos lecturas:
- Nos están reconociendo usando otros medios (prefiero ni pensar alternativas, pero sobra decir que todo el mundo en el aeropuerto lleva una tarjeta de crédito y que todas tienen uno de estos chips… cómo llamarlos…. ¿electrónicos? ¿inalámbricos? ¡Inteligentes! Esa es la palabra…)
- La supuesta seguridad en los aeropuertos funciona de puta pena…
No sé cuál de las dos me intranquiliza más, así que no me obliguen a elegir ninguna.