Uno de los libros que leí últimamente (justo antes de navidad, de hecho) fue Las leyes de la simplicidad, de John Maeda. John Maeda recoge las leyes de la simplicidad en 10 puntos sobre los que se detiene a lo largo del libro. Las diez leyes, reducidas hasta el extremo, que encontramos según él son las siguientes.
- Reducir: La manera más sencilla de alcanzar la simplicidad es mediante la reducción razonada. Si tienes dudas sobre la inclusión de alguna idea, elimínala. Deja solo lo imprescindible
- Organizar: La organización permite que un sistema complejo parezca más sencillo. Agrupar elementos comunes ayuda a que se entienda todo mejor, sin embargo una excesiva creación de subgrupos de ideas lo vuelve a complicar. En el caso límite, un subgrupo para cada cosa, estaríamos como al principio. Así que hay que organizar con moderación.
- Tiempo: el ahorro de tiempo simplifica las cosas. Algo que la gente de Renfe no han entendido con su tarifa web.
- Aprendizaje: el conocimiento lo simplifica todo. Y eso es algo que escapa a nuestro control, pues depende de la persona que recibe la información/objeto. ¿Un tornillo es fácil de usar o sólo es fácil de usar una vez que sabemos en qué sentido se aprieta y en qué sentido se afloja?
- Complejidad: simplicidad y complejidad se necesitan. Mantener fresca la noción de complejidad ayuda a valorar las cosas cuando son simples.
- Contexto: lo que está en el límite de la simplicidad también es importante. Si se trata de una presentación, tan importante como la claridad con la que ésta esté diseñada puede resultar lo «habitable» de la sala de reuniones, la luz, que los asientos sean cómodos, que los asistentes tengan dónde tomar notas…
- Emoción: es preferible que haya más emociones a que haya menos. Evita el exceso de frialdad, por muy matemático y científico que pueda ser, por muy simple y claro. Quizá a veces es mejor que la cosa se complique un pelín a cambio de algo de contacto.
- Simplicidad: Confiamos en la simplicidad. Esta es fácil, lo que nos resulta simple también nos resulta menos agresivo, menos peligroso. La persona que recibe algo que resulta simple de entender/usar, tendrá predisposición a aceptarlo. Al menos no saldrá huyendo de «esta cosa tan difícil que me estás explicando». Sobre esta hicimos un post el otro día: confiamos en la simplicidad.
- Fracaso: en algunos casos, nunca es posible alcanzar la simplicidad. Bueno, «condiciones extremas demandan respuestas extremas». En ocasiones tenemos que explicar ideas tan complejas, o diseñar un pequeño programa con tantas opciones, que es imposible hacer de él algo simple y amigable. No se puede ganar siempre…
- La única: La simplicidad consiste en sustraer lo que es lógico y añadir lo específico. Resumen de todo lo anterior. Desde el reducir lo superfluo hasta añadir el toque humano.
Lo cierto es que el libro consta de sólo 100 páginas (se ve que usó bastante el reducir que comenta al principio) centradas sobre todo en el diseño (referencias al iPod y a los equipos de audio de Bang & Olufsen hay algunas, por ejemplo) pero cuyo uso se puede extender a otros ámbitos, como presentaciones orales o lo que quiera que hagáis muchos de vosotros en vuestro día a día. Hasta para redactar un informe puede servir. No es una mala lectura, sobre todo si consigo aplicar alguna de estas normas y le saco algo de provecho… Podría empezar por hacer posts más cortos y más resumidos, pero no siempre tengo tiempo para depurarlos.
*** Las leyes de la simplicidad tiene un blog asociado (The laws of simplicity), en el que John Maeda extiende lo comentado en el libro.
Yo pondría esos puntos como asignatura obligatoria en todos los colegios. Sobre todo a la hora de hablar, porque la gente de simplicidad, orden, brevedad y resumen no tiene ni idea.
¡Memorizo la lista!
Pingback: http://libertas87.wordpress.com/2012/05/29/la-bella-y-simple-deshumanizacion-tecnificada/.
modelos que sean simples, falsables y correctos hasta donde nuestra experiencia alcanza,ya sea para entender o para manipular, es trabajo duro como dice Bianka: Simplicity isnt