Nos convencen de que hay crisis, aunque la mayoría la vea en tercera persona. Eso sí, cualquiera diría que la crisis no va con nosotros. Porque cuando hablaron de crisis hace nada el estado y la UE sacaron 200.000 millones de euros de la hucha para dárselo directamente a 3 o 4 bancos. Y ahora no han sacado un duro, resulta que «hay que apretarse el cinturón».
El resto del shock viene galopando: trabajar 65 horas a la semana (trabajar más para ganar menos -para pagarte igual no modificarían la ley, la intención es que hagas el trabajo de 2 personas-, que diría Sarko, ¿o no era así?), legalizar guantánamos a cascoporro y dentro de la propia UE. Y si alguien decide que no le conviene esta europa, pues se le ignora y se le somete. Total, son sólo «incidentes», cosas que pasan: como cuando te quemas la lengua con el café; puro azar irrelevante.
Medidas todas aprobadas sin oposición alguna por parte de los eurodiputados españoles (tanto los del PP como los del PSOE), aunque el gobierno luego nos riegue la oreja con palabras dulces en contra de las mismas. Luego allí van y dan el voto a favor. Mentirosos.
Lanzar todas las medidas de golpe para que la gente no sepa por dónde comenzar a apagar el fuego. Esa es la receta que utilizaron ilustres demócratas de toda la vida en Chile, Brasil, Argentina o China. La misma que le sirvió a Margaret Thatcher y a Ronald Reagan, esos comunistas. Aunque para ello Margaret Thatcher necesitase herir a más de 7000 personas al lanzar su ejército en contra de sus propios mineros en huelga. De todos esos golpes los ciudadanos de esos países se han repuesto, en el mejor de los casos, con lentitud y penuria, recorriendo un camino que ya habían recorrido antes de que se lo arrebataran.
Todas estos casos tienen en común que aprovechan un cúmulo de circunstancias, a menudo provocadas con tal fin, para sobrepasar la resistencia de la población de forma que ésta acepte condiciones draconianas que de otra forma no se aceptarían. Y todas tienen en común que las medidas se aprovaron en muy poco tiempo, para no dar tiempo a los movimientos sociales a reponerse. Así, Pinochet expulsó del poder (y asesinó) a Allende cuando Chile era la economía más próspera de toda iberoamérica.
Al rebufo de la crisis de las hipótecas de riesgo, ocasionada por una economía más especulativa que nunca y que han sumido a miles de familias en la ruina en EE.UU. (muchas menos en Europa), el encarecimiento del barril de petróleo, cuyo precio (en dólares) se ha multiplicado por 5 desde el comienzo de la guerra de Irak (lanzada precisamente para controlar el petróleo iraquí, desde 2004 entonces en manos de compañías estadounidenses) llena la prensa de titulares de crisis. Una crisis que parece ser más mediática que real, ya que por una suerte de paradoja más de la mitad de personas afirman que su situación personal es buena o regular, mientras más de la mitad de las personas afirman que la situación general es negativa. Seguramente la situación podía ser mejor, pero sin duda no es tan negativa, al menos en España. Pero ahí están los medios, amplificando el mensaje deseado por aquellos a los que les gustan las situaciones «excepcionales» para promover «medidas excepcionales».
En mitad de los titulares de crisis, y en mitad de la huelga, con el ambiente caliente y la gente predispuesta psicológicamente para recibir malas noticias nos llega el electroshock político de manos de una Europa autoritaria que se resiste a darle el poder al pueblo y que nada quiere saber de derechos y libertades.
Por supuesto, lo mismo que no es casualidad que el canon entre en vigor el día que todos los periodistas del país miraban al congreso del PP, tampoco es casualidad que esta vorágine de choque tenga lugar en plena Eurocopa de fútbol. Mientras haya fútbol, todo está bien.
Europa tiene su propia terapia de shock, ¿podremos soportarla?